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sábado, 7 de octubre de 2017

ELECCIONES, CIUDADANOS Y DEMOCRACIA

Estaba equivocado. Resulta que la propaganda del régimen también me había obnubilado a mí; me había hecho obviar datos históricos; me había hecho pensar, hasta creer, que la gran mayoría de los venezolanos habían estado a favor de Chávez y su plan a principios de su gestión. Eso resulta que es mentira, y a partir de esa mentira se fabricó una gran patraña de falsedades y mecanismos para taparla.
En 1998 un poco más de tres millones y medio de venezolanos votaron a favor del movimiento Quinta República y Chávez resultó electo presidente. La cifra exacta es 3.673.685 de votos. Desde el primer momento se dijo que esa había sido una gran victoria y el mayor número de votantes por un presidente en la historia. Mentira número uno: en 1988 el número de votos a favor de Carlos Andrés Pérez fue 3.868.843 y, cinco años antes de eso, Jaime Lusinchi había recabado 3.773.731 votos.
Pero, ¡el porcentaje de votantes fue el mayor de la historia! Mentira número dos: A pesar de haber recibido el 56.20% de los votos emitidos, Chávez obtuvo el 33.36% de los votos de las personas inscritas en el registro electoral. Solamente un tercio de los votantes estaban a favor de la promesa de Chávez. La participación del electorado en esas elecciones fue de apenas 63.45%, la más baja en la historia del país salvo la inmediatamente anterior en la cual resultó ganador Rafael Caldera, en el sumidero de la república chiripera. En comparación, por ejemplo, 40% del electorado votó por Luis Herrera (quien ganó con una pluralidad de 46.64% de los votos), 49.77% por Jaime Lusinchi (con una mayoría de 56.72% de votos a favor), y 43.32% para Carlos Andrés Pérez (con 52.89% de los votos a su favor).
Pero, pero… la constituyente de 1999 tuvo un abrumador apoyo popular ¡el pueblo quería cambio! Mentira número tres: el proceso que ratificó la nueva constitución se caracterizó por mantener un nivel de aprobación nuevamente cercano a un tercio del electorado. El fundamento sobre el cual se basa la nueva, la “quinta república”, es decir la constitución de 1999, fue rechazado por la gran mayoría del país. Las cifras oficiales son: para la convocatoria, 62.40% de abstención, 7.5% de los electores en contra, y casi 5% de votos nulos—un rechazo mayor del 70%; para elegir los asambleístas de la constituyente, abstención 65.7%, a favor de los representantes del gobierno bolivariano, 30.42% del electorado, el resto del de los votos dividido entre nulos y opositores; y, finalmente, para aprobar la nueva constitución el voto registró 56% de abstención. El porcentaje del electorado que aprobó dicha constitución fue nuevamente menos de un tercio: 30.18%.
Hay un detalle fácil de perder de vista en estas cifras sobre la constitución del 1999. La coalición bolivariana obtuvo el 65.8% de los votos y la oposición el 22.3%. Sin embargo, los representantes de la coalición obtuvieron el 95% de los puestos en la constituyente, debido a que el proceso había sido reglamentado por el gobierno bolivariano de manera unilateral.  Es decir, con 30.42% del electorado votando a su favor, obtuvieron el 95% de los puestos en la asamblea.
Este patrón de manipulación del proceso se ha mantenido y exacerbado hasta el día de hoy. Quiero hacer un punto histórico adicional antes de hablar del 15 de octubre. Una vez ratificada la constitución del ’99 hubo necesidad de convocar nuevas elecciones presidenciales. En esas Chávez obtuvo el 59.76% casi sesenta por ciento de los votos emitidos. Pero nuevamente, el porcentaje del electorado a su favor fue, por decirlo de manera coloquial—escuálido: El 32% del registro electoral votó por Hugo Chávez Frías en las elecciones del año 2000.
Esas elecciones tempranas le indicaron al régimen totalitario en ciernes que tenía que hacer algo al respecto. Lo primero fue, por supuesto, difundir las falsedades mencionadas, pregonando que la gran mayoría del país estaba a su favor. Lo segundo fue influenciar directamente el proceso electoral mediante dos maneras de manipularlo.
Primera manera, el registro electoral: Entre el año 2000 al 2006 el registro aumentó de 11 millones a 15 millones, y entre el 2006 al 2012 de 15 a 18 millones. Aumentos sin precedentes históricos, y por ende sospechosos.
Segunda manera, el mecanismo electoral: Nuevas máquinas, nuevos procesos, nuevos métodos fueron incorporados en un proceso poco transparente y aparentemente con asesorías por técnicos experimentados de origen cubano y de la vieja Stasi en Alemania Oriental. La falta de transparencia de este proceso de adquisición e instalación de equipos y software lo hace sospechoso.
Aun así, el régimen perdió las elecciones para la reforma constituyente del año 2007, lo que demuestra que el voto ciudadano hace diferencia. Lamentablemente y debido al llamado a la abstención a las elecciones parlamentarias del 2005, las reformas rechazadas por el electorado soberano fueron implementadas en reglamento de leyes, siendo una de las más nocivas el reglamento ley de las FANB, que ahora podrían tener absoluta injerencia en todas las actividades económicas del país. Así se cumplió la aspiración de Chávez de “unión cívico-militar”— el mismo modelo de élite económica que su mentor político, Fidel Castro, había implementado en Cuba.
Las tácticas de intimidación (por ej., lista Gascón), y los fraudes evidentes (por ej., 2013) no han derrotado al espíritu cívico del pueblo venezolano. El régimen en obvia ignorancia cívica quiere hacerle creer una nueva mentira al pueblo y al mundo: que la democracia es contar votos. El voto del 30 de julio para elegir a la asamblea constituyente demuestra eso. El régimen quería demostrar que podía tener más votos que los del referendo consultivo del 16 de julio. La democracia no es contar votos. La democracia es una coalición de ciudadanos que utilizan mecanismos y herramientas para tener voz en sus destinos. Esas herramientas incluyen el voto, la protesta, el debate, las agrupaciones de la sociedad civil, la libertad de prensa, y la oposición viva, entre otras.
El voto del 30 de julio desenmascaró al régimen, comenzando por la supuesta gran participación. Se contradice el régimen al publicar un nivel de participación poco mayor del 40% y decir que fue la mayoría de votantes los que acudieron a las urnas. Ese registro electoral inflado artificialmente y con quien sabe que argucias del mismo régimen indica una abstención cercana al 60% del electorado. El mismo equipo técnico que había certificado resultados en elecciones anteriores entre el 2005 al 2015 dice que sus máquinas fueron manipuladas para aumentar el nivel de votos contados como emitidos. Esta vez ni siquiera se hizo la simulación de permitir testigos de mesa opositores o internacionales. Esta fue una farsa electoral, digna de cualquier régimen totalitario y dictatorial; y al igual que en ese tipo de régimen, los resultados fueron 100% a favor del oficialismo. No importaban los candidatos postulados, todos eran oficialistas.
Eso sin contar que la misma convocatoria a la constituyente está viciada constitucionalmente. El soberano (el pueblo) es el que decide convocar a una constituyente, no el mandatario de turno. El mandatario está autorizado a llamar a un plebiscito a ver si el pueblo convoca una constituyente, pero no está autorizado a convocarla. Sólo después de ser convocada es que se eligen los asambleístas. Nicolás Maduro lo que ha hecho es apropiarse de la soberanía de la república, es decir se ha declarado a sí mismo el soberano—un claro dictador.
Ahora esa misma Asamblea Constituyente írrita llama a elecciones para las gobernaciones de estado. Esas elecciones son organizadas por el organismo electoral denunciado por su mismo proveedor de equipos como manipulador y declarado como ilegítimo en el referéndum consultivo del 16 de julio.
Ante esta coyuntura, la posición abstencionista tiene lógica y es consecuente. No por eso sin embargo es a mi juicio la posición correcta a tomar ante estas elecciones venideras. Como se observa en la historia electoral descrita arriba, ha sido el abstencionismo y la apatía lo que estructuralmente le ha dado al régimen las armas para apoderarse del país e implementar una agenda y programa con el apoyo de apenas un tercio de la población. Las veces que la voz ciudadana se ha hecho escuchar (2007, 2015) el régimen ha tenido que recurrir a maniobras anticonstitucionales, ilegales o en contra de la voluntad popular para afianzarse en el poder. Si se hace una evaluación utilitaria de lo que le conviene al régimen, a éste le conviene la posición abstencionista opositora. Esta posición es la que le quita la voz al elector. Es mi opinión que no debemos dejar que el gobierno le quite la voz al pueblo.
Las elecciones del 15 de octubre de 2017 están viciadas de origen, forma y probablemente de resultado. No por ello debemos permitir que el régimen tenga la vía fácil hacia un mayor totalitarismo. La voz ciudadana nunca calla, más bien se fortalece cuando se moviliza, sea en protestas callejeras, en agrupaciones y asambleas cívicas o en urnas electorales. Como dije anteriormente, la democracia no es sólo contar votos, es formar ciudadanos-- activos, respondones, furiosos, contestatarios, comprometidos, indisciplinados, creativos, independientes. Eso incluye a los abstencionistas en voz alta, quienes reclaman una mejor democracia. Los abstencionistas en voz alta son demócratas comprometidos. Los que permitan que la inercia, el silencio, la frustración paralizante y la apatía dominen su intención de voto son los que más daño le hacen a la democracia. El régimen no quiere ciudadanos, quiere ovejas calladas. No se le debe otorgar al régimen del dictador su deseo.
Carlos J. Rangel, analista y escritor. Su libro más reciente es “La Venezuela imposible: Crónicas y reflexiones sobre democracia y libertad”.

viernes, 6 de enero de 2017

Manifiesto por Venezuela

Hace casi sesenta años, una generación de venezolanos se manifestó en contra de un gobierno que coartaba participación, limitaba oportunidad y detentaba las herramientas del poder con aras a mantenerse en el mismo. Esta generación originaria contaba con líderes e intelectuales provenientes de múltiples sectores; que habían sido perseguidos y asediadados; forzados a la clandestinidad o al exilio por decreto o por principio; con venezolanos de larga data, de generación reciente y de adoptivos.

Algunos de estos originarios habían participado en el primer experimento democrático de la segunda mitad de la década de los ‘40 y reconocieron los errores de ese período, tratando de corregirlos y ser más incluyentes en este nuevo intento democrático. Todos ellos veían en el país un gran potencial de futuro al alcance de la mano y aquel gobierno de turno, transformado en régimen de dictadura, mantenía los rezagos del personalismo haciendista del pasado. Al sacudirse de ese régimen, y ante la oportunidad de reconstruir las bases de la república los principios liberales de estos originarios incluyeron:

  •         Protección de la dignidad humana
  •         Igualdad de oportunidad
  •         Igualdad ante la ley
  •         Respeto a las minorías
  •         Libertad de expresión tanto en voz como en voto
  •         Derecho a la propiedad individual

Estos principios parten del derecho universal a la libertad, derecho fundamental adquirido por todo ser humano nacido en esta tierra. Estos principios fueron base de constitución, gobierno e ideología de la hoy llamada “Cuarta República.” Como todo principio idealista, fueron metas a lograr, a perseguir y por luchar. Su implementación incluyó la supeditación de las fuerzas armadas a la sociedad civil (incluyendo separación en forma e institución de las FF. AA. del mundo político), la representación proporcional de las minorías políticas, la no reelección inmediata, y la Independencia del poder judicial, entre otras.

Los años sesenta fueron un período de transición con atentados contra esa promesa de futuro tanto por agentes externos, títeres de la guerra fría, como por agentes internos con ambiciones de poder, reforma unipersonal y costumbres caudillescas. Ante estos embates, los originarios tomaron atajos institucionales y debilitaron sus principios base, infringiendo libertades y derechos, alienando minorías, suspendiendo garantías a conveniencia, y alimentando demagogias y populismos tanto a su favor como en su contra, llevando eventualmente a una crisis de madurez política.

Sin madurez política no existe desarrollo posible. La madurez política consiste en proteger los principios universales sobre los cuales se basa el Estado. El desarrollo consiste en estructurar un sistema que permita al individuo maximizar su potencial posible ajustado a esos principios y a los derechos humanos y sociales del hombre. El deber primordial del Estado es defender dicho sistema y crear las condiciones que permitan oportunidades para ese desarrollo individual, semilla del desarrollo nacional.

Hemos visto lo que la falta de madurez política nos ha traído. Líderes políticos aprovechando su posición, otorgada de buena fe por el pueblo elector, traicionaron los principios de defender el estado de derecho y de crear condiciones de oportunidad individual. De esta manera la nación fue llevada a las condiciones en las que se encuentra hoy, tres generaciones después del inicio de aquel experimento democrático original.

El gobierno de Venezuela a principios del S. XXI, nuevamente transformado en régimen de dictadura, ha traicionado al país y su potencial. Las causales de dicha traición son arrogancia, sectarismo y ambición de perpetuidad en el poder. La traición se manifiesta con el sufrimiento y daño causado a la nación mediante acciones directas e intencionales, entre las cuales se pueden enumerar las siguientes:

  • Ha infligido destrucción de bienes patrimoniales de la nación, tanto naturales como humanos.
  • Se ha burlado de la defensa de los derechos humanos y sociales de todos los venezolanos, incluyendo vida, libertad, salud, trabajo y educación.
  • Ha pervertido la democracia representativa, distorsionado el sistema electoral y desconociendo la voluntad popular tanto de resultados como de intención.
  • Ha causado el empobrecimiento brutal de la población, insistiendo en la aplicación de un modelo asfixiante de toda iniciativa que no esté bajo el control estricto del estado mediante usurpación, regulación excesiva o amenaza directa.
  • Ha abdicado la soberanía a naciones extranjeras tanto en los recursos del país como en su defensa, haciendo negocios, tratados, hipotecas y acuerdos secretos con naciones y entidades extranjeras.
  • Ha supeditado el poder civil al poder militar, denigrando el rol de ambos en la conformación de un Estado centrado en la libertad del ciudadano como condición básica.
  • Ha obstruido la administración de justicia y la legalidad, interfiriendo repetidamente en la independencia judicial con el fin de reprimir oposición legítima a sus políticas.
  • Ha protegido y facilitado prácticas corruptas y criminales de sus miembros, adeptos y acólitos, contribuyendo activamente al colapso del contrato social basado en el respeto a la ley, la propiedad y la vida.
  • En afán de hipertrofia cancerígena ha debilitado, intervenido, socavado, sustituido, callado  o atacado organismos e instituciones independientes de la sociedad civil tales como sindicatos, cámaras de comercio, asociaciones vecinales o educativas, la iglesia, colegios y gremios profesionales, la prensa y otros que canalizan y amplifican la voz ciudadana ante el gobierno.
  • Ha sembrado y exacerbado odios fratricidas entre el pueblo venezolano dividiendo y debilitando el gentilicio nacional.
  • Ha esquivado la responsabilidad de defender la integridad física de la nación al desistir, por conveniencia política de una nación extranjera, a la negociación legítima del diferendo territorial del Esequibo.

Estas causas enumeradas bastan para inculpar al régimen de usurpadores que manejan los destinos de la nación de traición a los principios fundamentales que conforman un estado y un país, y la protección y defensa de sus pobladores. Ante esa traición, es legítima la invocación de defensa implícita en el artículo 350 de la Constitución vigente de la nación:

“El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.”

Hay venezolanos en el territorio y en el extranjero dispuestos a ser fieles a esa lucha. Dispuestos a poner en práctica ideales para construir un futuro posible que necesita reconocer el pasado y utilizar el presente; que necesita reconocer que construir un país es un proceso permanente, no una meta lograda; que necesita de todos los venezolanos, permitiendo que sea cada uno el que construya su parte del país.

El régimen de usurpadores ha traicionado lo que significa ser gobierno y será juzgado como tal. Los colaboradores desde la oposición facilitando el subdesarrollo político serán llamados a justificar su responsabilidad. La República de Venezuela ha sido, es y será siempre una sola y los principios universales que rigen estados bajo preceptos de justicia, respeto a los derechos y democracia prevalecerán cuando el pueblo unido reclame y ponga a usurpadores y colaboradores en su lugar de la historia. Así será.

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lunes, 19 de diciembre de 2016

La Violencia en Venezuela: Fractura Intencionada

“Hoy en día, sin embargo, tenemos que decir que un estado es una comunidad humana que (exitosamente) reclama el monopolio sobre el uso legítimo de la fuerza física sobre un territorio determinado.”
 – Max Weber

En el lenguaje de Weber, fuerza física se refiere a violencia y es así como se ha interpretado desde que esas palabras fuesen dichas en un discurso en la entreguerra del S. XX en Alemania. Aclara Weber que el uso legítimo es la defensa del orden público y las fronteras, y que el estado delega en sus representantes (policía, etc.) ese uso dentro del marco de un estado de derecho: “…el derecho al uso de fuerza física se asigna a otras instituciones o individuos solo hasta el nivel que el estado lo permita.”

Los resultados indican que Chávez fue un político sagaz. Llegó y se mantuvo en el poder manteniendo un espejismo de democracia mientras consolidaba una autocracia partidista para encaminar al país hacia su proyecto socialista marxista basado en el modelo cubano. A 24 años de su primer intento golpista de tomar el poder, Venezuela tiene el modelo político y de gobierno cubano en plena vigencia, su (fallido) modelo económico en avanzado proceso de implementación, y un modelo social en caos. También, sin duda, fue un político con suerte. Su mayor suerte es...



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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Un Proyecto de Libro - La Venezuela Imposible.


La Venezuela Imposible: Introducción


Quien hubiese dicho en vana ilusión que la democracia es la forma natural de gobernar los pueblos está equivocado. La historia contradice esa afirmación. En seis mil años de historia civilizada, la democracia apenas tiene segundos efímeros de existencia. Grandes obras, grandes monumentos, grandes aportes a la civilización fueron hechos por, bajo y en nombre de tiranos que sometían a sus pueblos, algunos de manera benevolente, la mayoría de manera represiva, combinando en diversas ponderaciones el poder económico, militar y religioso en una figura o élite autocrática.

El experimento democrático moderno iniciado a mediados del S. XVIII tiene su mejor ejemplo contemporáneo en Los Estados Unidos, cuyo documento originario fundamental es su Declaración de Independencia de 1776. Este documento es un argumento a favor de la representatividad, en contra del régimen autoritario, e incluye famosamente el enunciado de los “derechos inalienables y autoevidentes de todo ser humano": vida, libertad y procura de felicidad. La revolución francesa poco después, en 1789, tiene una variación sutil pero importante sobre los derechos humanos bajo el lema, “libertad, igualdad, fraternidad”. Son enfoques distintos que conducirán por distintos caminos el desarrollo político de las naciones.

No tan casualmente, este hervidero de ideas políticas y revolucionarias ocurre en medio de un período que incluye la publicación de ese tomo que cambió fundamentalmente la manera de pensar acerca de la economía: La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, publicado en 1776. Dos ideas claves surgen de este libro: la riqueza se crea mediante la transacción económica, y el ser humano en procura de su interés propio genera bienestar social. La riqueza de las naciones antes de este libro se calculaba de manera mercantilista: cuánto oro, piedras preciosas o bienes acumulados tenía un país. A partir de ese libro se va a medir la riqueza por la suma del número de transacciones económicas: lo que hoy llamamos el Producto Nacional Bruto. La segunda idea propone que la individualidad, el interés propio no es una condición antisocial, de huraños, de egoístas. Propone este concepto despojarse del sentido comunal colectivo como medio para favorecer el bienestar social. Postula que si cada quien mejora su propia condición por su propio esfuerzo, la comunidad en general mejora. Una idea radical contraria al paternalismo de estado benevolente o totalitario prevaleciente en su época.

En 1859 ocurre otro golpe de timón al pensamiento mundial, con un tomo que cambió en sus bases la manera de pensar acerca del universo: El Origen de las Especies. Este tomo es una afrenta directa a la concepción de un mundo creado por origen divino de manera perfecta y estática.  La intelligentsia, ya escéptica del mandato divino de sus dirigentes, tiene nuevas municiones para argumentar acerca del desarrollo político de la sociedad. Cambio y extinción son naturales y comunes en el universo, ergo existe la posibilidad de una mejor sociedad. La pregunta es, ¿cómo llegar a ella? Once años antes, ya se había publicado un panfleto sugiriendo una respuesta: El Manifiesto Comunista. Según este documento, la sociedad avanza de manera inexorable desde un estado pre-capitalista, al capitalista, socialista y finalmente al comunista.

Las utopías sociales descritas en el Manifiesto Comunista...



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miércoles, 17 de agosto de 2016

Populismo, o la Ceguera Colectiva que Conduce los Pueblos al Abismo.

Abdicando Gobierno: Cuando las Instituciones Fallan
Es famosa la descripción que diese Winston Churchill de la democracia como el peor de todos los sistemas de gobierno salvo todos los demás. La democracia, se ha argumentado, lleva dentro de sí las semillas de su eventual destrucción al permitir en su seno, por definición, voces y facciones que se oponen a ella. Y es que con la democracia sucede que el derecho al voto universal es considerado el desiderátum—y sí lo es; pero sin lugar a dudas ese voto universal es capturado ocasionalmente por líderes que escuchan voces de un público insatisfecho dentro del sistema. Voces que se hacen eco en esos líderes que usan las libertades del sistema democrático para aprovechar las emociones surgidas de insatisfacciones heterogéneas, y a veces contradictorias, y aglutinan un movimiento político en contra del frío razonamiento pragmático que ofrecen los líderes tradicionales. Un movimiento popular con la intención de reescribir instituciones políticas y sociales existentes fuera de las fórmulas y soluciones trilladas difundidas por las élites y la intelectualidad del status quo.  Un movimiento que se describe usualmente como populismo.

El ciudadano común tiene muchas cosas en mente: su familia, su trabajo, su jardín. El ciudadano común tiene muchas ocupaciones y prefiere dedicarse más a ellas que a la función de gobierno. El ciudadano común quiere tener la confianza y satisfacción de que su gobierno es conducido por personas que protegen sus intereses en la mejor medida posible. Esas son las condiciones del contrato político que el ciudadano, el pueblo exige de su gobierno e instituciones. Cuando los dirigentes públicos rompen ese contrato, esa confianza, surge la insatisfacción y se siembra la semilla del populismo.


Como condición adicional, el populismo florece no sólo cuando la insatisfacción es generalizada, sino cuando las instituciones existentes—políticas, económicas, sociales y mediáticas ignoran dicha insatisfacción o no ofrecen un mensaje claro acerca de cómo responder a ella—es decir fallan en su rol. Los síntomas de instituciones que fallan incluyen:



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lunes, 8 de febrero de 2016

La Encrucijada del Desarrollo

La premisa socialista es que el mercado se puede diseñar y controlar de manera inteligente para maximizar el beneficio a la población—y que el libre mercado no puede lograr ese objetivo. A esto se le suma la idea popular en Venezuela de que este es un país rico, fabulosamente rico, por poseer las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo. Lamentablemente hasta que el liderazgo—y la población—no reconozca que la riqueza nacional no está bajo el suelo sino en la gente que lo camina se mantendrá la ilusión de que lo que hay que hacer es distribuir la riqueza y que los gobiernos sólo fracasan cuando fallan en esa distribución.  Durante los últimos cincuenta años esta premisa e idea son las que han impulsado el nocivo modelo económico acogido por el liderazgo político venezolano y han resultado en la crisis económica en la cual se encuentra ahora el país.

Definamos y estipulemos lo queremos decir por crisis económica: es la situación en la cual se han perdido las condiciones para satisfacer las necesidades básicas de la gran mayoría de la población. Para entender el deterioro de estas condiciones en Venezuela hay que reconocer fallas estructurales en tres grandes mercados de transacción entrelazados: el mercado laboral, el mercado de bienes y servicios, y el mercado cambiario. A pesar del gran esfuerzo por los gobiernos para imbuir estos mercados con el “diseño socialista” las leyes del mercado son tan inexorables como la ley de gravedad y las consecuencias se ven en resultados claramente identificables por conceptos de libre mercado: incentivos perversos, crowding del capital, interés propio de los actores, ineficiencia de monopolios y, por supuesto, límites en la eficacia de gestión de gobierno.

El Mercado Laboral


La crisis se manifiesta dentro del mercado laboral en la gran incertidumbre, dificultad y riesgo que significa ser partícipe en este mercado. La demanda...



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lunes, 30 de noviembre de 2015

Alfa y Omega del Socialismo del S. XXI


El único verdadero aporte a la discusión sobre socialismo, marxismo y capitalismo que aportó Heinz Dieterich Steffan fue crear una frase que hacía creer que un viejo y anticuado modelo podía ser renovado bajo un nuevo lema; algo así como decir “Ese Socialismo sí Refresca”: el Socialismo del S. XXI. Su libro es una serie de conceptos trillados, mitos mal concebidos e ideas mal fundamentadas que pocos leyeron y menos analizaron. Pero sobre ese lema, ese slogan de juventud y supuesto cambio de ideas—cuyos resultados históricos estaban a ojos vista—sobre ese fundamento de barro resbaladizo en 1999 se echaron las bases, el Alfa del gobierno y cambio social de Venezuela. Y ahora llegamos aquí, a las consecuencias.
El comunismo (estadio superior del socialismo) y el capitalismo ven la interacción fundamental de intercambio entre partes –la transacción—de manera muy distinta.  En el modelo comunista, la transacción es un evento suma cero es decir, una de las dos partes resulta favorecida sobre la otra—la riqueza (el bienestar) se distribuye: una parte pierde y la otra gana. El modelo capitalista postula que la transacción es un intercambio y satisfacción de necesidades—la riqueza (el bienestar) se crea y ambas partes ganan.

He aquí la falla fundamental del socialismo como modelo y su atractivo particular especialmente para una sociedad rentista. Si la riqueza... 


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VENEZUELA HOY Y SU NUEVO MAÑANA

 El 21 de noviembre de 2024, El Club de la Libertad, en Corrientes, Argentina, invit ó  a Carlos J. Rangel a hablar acerca de Venezuela, su ...