El 30 de enero fui invitado a participar en un panel de discusión sobre el nuevo libro de Ibéyise Pacheco, "Las Muñecas de la Corona". Esta es la intervención preparada para dicho panel:
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Buenas tardes a todos. Quiero antes que nada
agradecer a la organización de la Miami Biennale, en persona de Milagros
Maldonado, Amelia Sosa, a otros representantes aquí
presentes y a la insigne activadora del pensamiento Beatrice Rangel, la
invitación a este evento en el cual me honra acompañar a la periodista Ibéyise
Pacheco y al político y escritor Alexis Ortiz. Y quiero agradecerles a todos
ustedes por venir hoy a este evento.
Ibéyise, Alexis y yo recientemente hemos escrito tres visiones de la vivencia venezolana. Hay muchas más, y todas esas conforman lo que a fin de cuentas es la complejidad de un país, sus gentes, su historia y su transformación. Ni por disimulo ni yo ni ninguno de los que me acompañan en esta discusión pretende tener el cuento completo, la historia oficial, la verdad absoluta. Pero la combinación de estas visiones ofrece una ventana a lo que es Venezuela hoy día. Esperemos también que de alguna manera este diagnóstico por pseudo galenos sociales sirva de alguna manera para contribuir a un cambio positivo que enfrente las realidades descritas por nosotros.
Para comentar “Las Muñecas de la Corona”, el libro de Ibéyise que nos convoca
aquí esta tarde, quiero comenzar refiriéndome a un par de líneas que me
impactaron mucho del más reciente libro de Alexis, “Venezuela, Democracia civil’. Venezuela ha vivido al menos tres
grandes exilios. En el primero, con motivo de la dictadura de Juan Vicente
Gómez, Alexis relata que Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Ricardo Montilla
sobrevivieron en Barranquilla, Colombia, manejando durante un tiempo entre los
tres una frutería. Entre esos menesteres y atendiendo clientes, idearon el “Plan
de Barranquilla”, un documento que analizaba estructuralmente la sociedad y
economía venezolana de entonces y proponía soluciones para salir de la
dictadura y desarrollar el país. Cabe destacar que, entre la rivalidad de
ideologías de aquellos años—capitalismo, fascismo y comunismo, la predominante en este plan se acercaba más
al comunismo, que como bien sabemos en aquella época todavía se pensaba que era
una utopía social realizable. Pero comunistas declarados y ortodoxos, como
Miguel Otero Silva, decían que ese plan no era suficientemente radical y le reclamaban
a Betancourt y a sus amigos que más bien debían seguir el ejemplo de la
revolución rusa. Otros intelectuales de la época como Mariano Picón Salas
calificaron a ese plan como “una crítica clara y realista acerca de la política
en Venezuela” y fue comparado con otros documentos históricos tales como el Manifiesto de Cartagena y La Carta de Jamaica.
Hoy podemos ver la semilla de la social-democracia contrapuesta
al comunismo en ese documento y en los tempranos comentarios de Betancourt. Quiero
recalcar que uno de los puntos del Plan de Barranquilla era la exclusión de
militares del manejo de cargos públicos, algo eventualmente consagrado en la
constitución de 1961, años después, y revertido con saña en la de 1999 con las
consecuencias que se viven hoy. Todo esto ideado mientras esos tres jóvenes
amigos se ganaban la vida vendiendo mangos, granadas y guayabas a unas amas de
casa pendencieras. La vida del exilio.
Las otras líneas que me impactaron profundamente
en el libro de Alexis se refieren a una anécdota con el gobernador copeyano
del estado Sucre bajo el nuevo gobierno de Luis Herrera Campíns. Un amigo de la
infancia del recién designado gobernador se le acerca y le dice “por fin le
quitamos el gobierno a esos adecos…” y añade: “yo voté por ustedes y vine a
buscar lo mío”. Ante esto, el gobernador le dice a su secretario de gobierno
que busque a ver que trabajo se le puede dar a su amigo de infancia. Alexis
relata entonces: “Espantado el hombre reclamó: ‘Carajo Carmelo, ¡que bolas! Yo
no quiero trabajo, chico. A mí lo mío me
lo dan en efectivo’”.
Esa triste realidad de un retroceso político, desde
un trio de jóvenes vendiendo nísperos mientras piensan como mejorar el país
hasta unos amigos del gobierno de turno que se sienten con derecho a recibir lo
suyo en efectivo, la vemos reflejada en el extraordinario libro de Ibéyise
Pacheco, “Las Muñecas de la Corona”.
Les confieso, francamente, que cuando iba por la mitad del libro mi dolor era
tal que casi se me salían las lágrimas. La tristeza que lo embarga a uno cuando
ve documentada y detalladamente la corrupción que ha llevado a Venezuela a la
condición en la que se encuentra hoy es abrumadora. La documentación no tanto
de los crímenes, que de por sí son horrendos, sino de la mentalidad detrás de
ellos que parece una barrera insalvable para lograr que el país prospere, es profundamente
dolorosa.
El uso de la ficción y relatos es eficaz para
influenciar la opinión pública. En eso Ibéyise nos lleva una morena, como le dicen
en Venezuela a la ventaja, a Alexis y a mí. En Venezuela es clásica la
influencia que tuvo la telenovela “Por estas calles” en aumentar el cinismo y
la apatía contra políticos y el gobierno, sentimientos que contribuyeron al
triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998.
El héroe y patriota Oscar Pérez, recientemente
asesinado vilmente por el régimen, decidió hacer su película “Muerte
suspendida” motivado por un incidente, descrito en un artículo del New York
Times por ese amigo de la democracia en Venezuela Nicholas Casey, en el cual
trata de convencer a un joven de barrio que no se incorpore a un grupo hamponil,
a una vida de crimen. Pérez relata la influencia de la televisión sobre este
joven: “Literalmente, él olvidaba el hambre viendo televisión”, dijo Pérez. “Es
ahí cuando tú te das cuenta del poder tan grande que tienen los medios
audiovisuales, el cine”. Ese protagonismo de ficción ejemplarizante no fue
suficiente para Pérez. Su frustración eventualmente lo llevó a tomar acciones
de rebeldía heroica que lo insertan ahora en los libros de la historia, no en
relatos de ficción.
En aquella tradición de ficción aleccionadora, Ibéyise
nos presenta “Las Muñecas de la Corona”
donde destapa e identifica las relaciones y los crímenes descomunales de
corrupción cambiaria, administrativa, tráfico de mercancías e influencia, de
narcotráfico, de violencia delictiva patrocinada por el estado, y de manipulación
criminal de la información de este régimen. Esta exposición de crímenes es fruto
de su gran capacidad como investigadora, y es presentada dentro del marco de una
novela en clave donde personajes como Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Néstor
Reverol, Jorge Arreaza, Diego Salazar, Víctor Vargas, Raquel Bernal o Jimena
Araya y, evidentemente, Osmel Sousa, son fácilmente identificables. Otros no
tanto, pero ya en su momento ella nos dirá.
La cuantificación parcial de los dineros robados
a la nación descrita en el libro se acerca o supera la deuda externa del país.
Para los que les extraña el empeño del gobierno en servir esa deuda llamada
“externa”, Ibéyise aclara que muchos de estos bonos de deuda externa fueron
comprados con dólares preferenciales por cómplices y amigos del gobierno para así
ganar por partida doble, con esos intereses pagados en dólares a los bonos y
con el diferencial cambiario al vender dichos bonos e intereses. Mientras la
gente se muere de mengua en el país por falta de medicinas y comida.
La corrupción es tan normalizada en la vida
diaria de estos parásitos, que en la novela Ibéyise pone en boca de un
personaje refiriéndose a la “muñecas”, una frase lapidaria evidentemente aplicable
a toda esta sarta de cómplices del régimen, “bueno, todas son putas, pero
algunas lo disimulan con clase”.
La investigación de Ibéyise de alguna manera
puede servir como el inicio de un mapa para identificar el destino de esos dineros
robados y mal habidos por esos delincuentes que se apoderaron del país con la
intención de “recibir lo mío en efectivo”. Dineros que deberán ser confiscados,
al igual que en el Plan de Barranquilla se postulaba para los bienes mal
habidos de Juan Vicente Gómez.
Ahora, No quiero de ninguna manera justificar a
los personajes y corrupción descritos por Ibéyise, pero sí quiero compartir una
conclusión final que se ilustra con su libro.
Hace unos 250 años, Adam Smith postuló que el
interés propio es parte de la naturaleza humana. Si esto se toma como cierto,
entonces un corolario pudiera ser que cuando existen oportunidades de
enriquecimiento lo natural, en la mayoría de las personas, es aprovecharse de
esas oportunidades. Estas oportunidades pueden ser oportunidades de corrupción
y delincuencia; el famoso “póngame donde haiga”. La “Pax Cadívica” fue un gran
ejemplo de cómo se puede diseñar la corrupción, institucionalizando un dilema
del prisionero, moral, en donde mucha gente justificaba su pequeño arbitraje
cambiario con la racionalización de “todos lo están haciendo” y “esos son los
dólares que me tocan”; o sea “lo mío lo quiero en efectivo”. Algo similar
ocurre ahora con la distribución de las bolsas de los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción—los CLAP.
Entonces, para combatir la corrupción, hace
falta disminuir esas oportunidades de corrupción, no solo enjuiciar a los
corruptos de turno en venganza política, tradición común en nuestra historia
republicana. Hay que hacer una gran reforma estructural para combatir la
corrupción.
En aquellas líneas del libro de Alexis sobre el
gobernador de Sucre y su amigo, podemos ver ese error estructural pernicioso en
Venezuela. El gobernador, como respuesta a su amigo, le propone un cargo de
gobierno. Es decir, aumentar el tamaño del estado. El crecimiento desmesurado
del estado, sus organismos y afines no permite combatir la corrupción de manera
efectiva. La respuesta ante la
corrupción no es un gran estado benefactor que otorga empleo, es un estado
limitado que estimula la productividad y la innovación. La concentración del
poder en un pequeño grupo, sea un gabinete ministerial, una cúpula partidista,
o una oligarquía empresarial, siempre tenderá a favorecer prácticas corruptas. En
“Las Muñecas de la Corona” se ven
claramente las consecuencias nefastas de la concentración del poder, una
concentración plasmada en las leyes y constitución de Venezuela.
Si estipulamos que la corrupción es parte de la
naturaleza humana, combatirla a fondo no recae únicamente en perseguir sus
artífices sino en la estructura del sistema que les brinda las oportunidades
para perpetrarla. Para disminuir esas oportunidades el estado tiene que
limitarse a responsabilidades de gobierno y el poder no puede ser concentrado.
No quiero decir con ello que los corruptos deben ser perdonados porque su mamá
no los quiso bien cuando eran chiquitos; ellos deberán ser perseguidos con todo
el rigor de la ley y relevados de sus bienes mal habidos. Lo cual nos lleva a
otro punto: el estado de derecho. Pero la noche y el tiempo son cortos, por lo
cual no voy a ahondar en ese tema.
A mademoiselle Madeleine de Scudery en el siglo
17, allá por los mil seiscientos y pico, se le atribuye haber ideado el llamado
Román a Clef, la novela en clave,
para hablar acerca de las cortes de la época. Su novela, Artemène, o el Gran Ciro,
tiene casi dos millones de palabras en 10 volúmenes y se considera la más larga
novela escrita en la historia de la humanidad. Las élites cortesanas y las
cortes de Europa se divertían mucho con los relatos de la mademoiselle, con sus
recuentos de los pecadillos, indiscreciones, menudencias y hasta crímenes de
los poderosos de su época, con nombres ficticios escudando identidades pero
obvios en muchos casos.
La gran periodista e investigadora Ibéyise
Pacheco en su novela, “Las Muñecas de la
Corona”, nos ofrece su propia visión acerca de las cortes, cortesanos y
cortesanas de la Venezuela chavista. Un solo volumen. Esperemos que no tenga
que escribir diez.
Muchas gracias
Autor, emprendedor, analista económico y político. Artículos y Ensayos, tanto en español como en inglés, sobre la condición de Venezuela y otros temas de interés internacional.
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viernes, 2 de febrero de 2018
jueves, 18 de enero de 2018
ESTRUCTURAS DE DEMOCRACIA Y LIBERTAD
(Notas para un discurso ante VENAMERICA)
Buenas noches. Quiero
agradecer al Sistema Universitario Ana G. Méndez y a VenAmérica por haberme
invitado a compartir con ustedes esta noche unas reflexiones derivadas de mi
libro, “La Venezuela imposible”.
Quiero agradecer en particular a Luis Corona y a Gonzalo Aguerrevere,
presidente y directivos de VenAmérica por esta iniciativa positiva que busca
discutir lo que queremos de una democracia moderna en este mundo y, en
particular, en el caso de Venezuela; y, por supuesto, quiero agradecerles a
todos ustedes su interés por venir a este evento y compartir con nosotros su valioso
tiempo esta noche.
Comencemos por
internalizar que el principio básico de la democracia es que cualquier persona
sujeta a una ley debe tener voz en la promulgación y ejecución de dicha ley. En
una república democrática los gobernados tienen el derecho a decidir y decir cómo
son gobernados; o sea las leyes e instituciones que rigen al estado son
formuladas e instrumentadas con y por el consentimiento de sus ciudadanos. Es
eso en lo que consiste la soberanía en el pueblo, la república. Cuando un gobierno regenta con este principio,
obtiene el apoyo, la acción y el aliento de su ciudadanía. Los gobiernos que violan
este principio lo hacen bajo riesgo de rebelión o tendrán que aplicar medidas represivas
a sus ciudadanos para mantenerse en el poder.
Para que exista
democracia debe existir un estado de derecho que respete ese principio básico.
Esto se logra cuando la formulación de las leyes es independiente de las
instituciones encargadas de ejecutar y de interpretar dichas leyes. En el ideal
democrático las leyes son formuladas por un cuerpo deliberante con
multiplicidad de opiniones, debido a que una sola persona o un pequeño grupo de
personas nunca tendrán la capacidad suficiente para saber o velar por todos los
intereses del gran número de ciudadanos que componen la república. Por esta
misma razón, la ciudadanía debe ser consultada periódicamente para ratificar
que sus voces e intereses están siendo escuchados y protegidos.
Una república democrática
respeta esta voz del ciudadano. Esta voz se manifiesta a través de las herramientas
de la democracia, y el voto, por supuesto, es una de éstas. Las elecciones son
condición sine qua non de una
democracia pero no por existir elecciones existe democracia. La voz del ciudadano
en democracia incluye la libre expresión de ideas, el pluralismo y la tolerancia;
y la libre asociación de personas en partidos, sindicatos y otras agrupaciones
de la sociedad civil con capacidad de influenciar las decisiones de gobierno.
La estructura democrática, entonces, incluye herramientas, procesos y mecanismos
que maximizan la posibilidad de que los distintos sectores de la ciudadanía
tengan voz relevante y frecuente en el gobierno de su república.
Por último, el
poder concentrado es antidemocrático. Concentrar el poder en sí no es el
problema, el problema es la naturaleza humana. El ser humano vela por su
interés propio como parte de su instinto de supervivencia. Si aceptamos esto
como natural, la ilusión del tirano todopoderoso y benevolente se desenmascara
como tal: una ilusión. Un tirano nunca será benevolente y, eventualmente,
utilizará ese poder para su propio beneficio. Cualquier interés contrario a ese
beneficio propio será reprimido. Es por ello que la estructura democrática debe
desconcentrar y favorecer la desconcentración del poder. Esto se logra en
primera instancia dividiendo la formulación, aplicación e interpretación de
leyes en instituciones independientes. En segunda instancia se logra asegurando
que las herramientas de la democracia permitan la convivencia de intereses
múltiples, y a veces contrarios, dentro del consenso general de país; el
consenso, espero, de que el sistema democrático es el mejor para regir los
destinos de una nación.
De esta manera
llegamos a las conclusiones de que:
1. Una democracia
es un sistema de gobierno en el cual los gobernados en sociedad tienen la
capacidad dinámica para decidir, opinar e influir acerca de cómo son gobernados.
2. Esta capacidad
se ejerce mediante elecciones libres, libertad de expresión y libertad de
asociación.
3. El estado de
derecho es característica intrínseca a la democracia.
4. Los límites al
poder y la multiplicidad de intereses son esenciales para la estructura y el fortalecimiento
de la democracia.
Existen otros
modelos de gobierno que no son democráticos y que “funcionan”, por decirlo así.
Gente nace, vive, crece y muere en esas sociedades bajo esos gobiernos. Recordemos
que en los 6.000 años de historia civilizada que tiene el mundo, la existencia
de la democracia es un instante de esa historia; pero el experimento
democrático vale la pena. Es bajo democracia que se ha desarrollado el
potencial humano que proviene de la libertad, un potencial insospechado a principios
del S. XIX, cuando se inician los experimentos democráticos modernos alrededor
del mundo.
En mi libro, La Venezuela imposible, defino la
libertad como “la condición bajo la cual el ser humano tiene la oportunidad de
desarrollar plenamente su potencial como tal.” Al definirla así, democracia y
libertad van mano a mano, se complementan la una con la otra, democracia como
el derecho a tener voz propia en nuestros destinos y libertad como el derecho a
tener la oportunidad de desarrollar plenamente nuestro propio potencial. La
sinergia entre estos dos derechos es la que ha logrado que este breve período
de civilización, en el cual ha florecido lo más parecido a democracia y
libertad, ha sido el período de civilización que ha tenido el mayor incremento
de desarrollo y bienestar en 6.000 años de historia. Es por eso que democracia y
libertad es la meta deseable para cualquier país. Esa combinación es la más
conducente al mayor grado de paz y prosperidad para una nación.
En Venezuela no
existe democracia. Vale la pena acotar que en el período anterior a este régimen que ahora gobierna Venezuela la
democracia no era plena, no satisfacía todas las condiciones necesarias
mencionadas anteriormente, principalmente la referida al estado de derecho. Esa
fue una de las razones por las que triunfó la llamada “tercera vía”
anti-institucional de Hugo Chávez que prometía renovar la democracia y poner
orden. En mi libro incluyo más de un par de ensayos sobre ese tema. Pero, a
pesar de no haber sido esa una democracia perfecta, lo que se vivía en
Venezuela antes de esta llamada Quinta República
era una democracia perfectible. En contraste, lo que se vive hoy en el
país que es una tiranía enquistada. La característica principal del gobierno
tiránico, la concentración de poder arbitrario en un pequeño grupo u oligarquía,
es manifiesta en Venezuela; y esta tiranía concentra su poder en ciclos de una represión
cada vez mayor.
La represión
tiene tres componentes: la represión política, la represión económica y la llamada
represión biológica. Las acciones de la represión política incluyen la violencia
mortal contra manifestantes y marchas, golpizas, intimidación por milicianos,
encarcelamientos, secuestros, torturas, etc.
La represión económica incluye desde el “bozal de arepa” hasta el chantaje
para el acceso a divisas preferenciales y la creciente importancia del Carnet
de Patria para transacciones ordinarias eliminando así el dinero. La represión
biológica incluye las dificultades e inseguridad para satisfacer necesidades de
supervivencia básica: alimentos, salud y techo, el nivel más bajo en la
jerarquía de Maslow. Muchos de los problemas humanitarios que vemos a diario no
son únicamente consecuencia del modelo económico errado en ejecución desde hace
50 años en Venezuela sino que son mecanismos que utiliza la tiranía deliberadamente
para concentrar su poder mermando el apoyo, acción y aliento necesarios de la
ciudadanía para que se pueda vivir en sociedad con paz y prosperidad.
La meta del
régimen es clara: establecer una mal llamada “democracia” de partido único,
eliminando las voces de cualquier otro interés que no sea el de ese partido. Un
partido único, o con una oposición conformada por convidados de piedra, acumula
el poder de manera tiránica e inclusive hace simulacros casi creíbles de
democracia para aquellos que comulgan bajo su misma hegemonía. Esto ocurre con
mayor o menor éxito en Cuba, en Corea del Norte, en Irán, en Rusia y la China.
Ocurría en el Egipto de Mubarak; en el Irak de Hussein; en la Unión Soviética.
En mi libro específicamente ilustro similitudes entre el régimen norcoreano y
el de Chávez-Maduro en un ensayo titulado “La
Locura del Liderazgo”, escrito ya hace casi tres años. En ese ensayo
argumento que el modelo de gobierno venezolano cada vez más se aproxima al
modelo norcoreano, incluyendo el fetichismo religioso-político como instrumento
de manipulación ideológica, la demonización de “el imperio”, y el aislamiento
internacional. Es de hacer notar que Venezuela y Corea del Norte tienen un
tratado de defensa mutua.
Ante esa
tiranía controlando a Venezuela —sustentada a su vez por ser simultáneamente
una pieza clave en las ambiciones imperiales del régimen cubano y una pieza
clave en las redes de tráfico internacional de drogas— es natural que una gran parte
del pueblo venezolano, ya sea por razones de supervivencia básica o por razones
de rechazo moral, se haya ido del país voluntariamente. No es fácil tomar esa
decisión. Mi padre abandonó el país de la dictadura de Pérez Jiménez en 1956
para hacer carrera en los EE.UU. ante el asco que le causaba aquella dictadura,
pero tuvo la fortuna de poder regresar en 1959 a apoyar y participar directamente
en la formación de la nueva democracia.
Entre las redes
sociales hay personas que a veces acusan a los exiliados de abandonar a la
patria, de escaparse como ratas traidoras, de no querer ser “solidarios” con la
tragedia del país... El colectivismo cultural que identificó Hofstede en
Venezuela en los años 60 se mantiene vigente en estos reclamos infundados del
colectivo a la decisión individual.
Quiero aclarar
mi opinión sobre esto. Para mí, los que realmente han abandonado a Venezuela
son sus mal llamados gobernantes actuales. Ellos transformaron al país en un mero
instrumento de su propio enriquecimiento y para la satisfacción de sus ansias
de poder e influencia. La verdad es que no hay que estar fuera del territorio
venezolano para sentirse exiliado. El país que construyeron estos tiranos delincuentes
no es la Venezuela que existe en el corazón de muchos, la que ya no es más en
ningún lugar del mundo. Esos que mal gobiernan al país, esos son los verdaderos
vende patrias, esos son los traidores al pueblo de Venezuela, los traidores al
legado histórico y cultural de un gran país; los traidores al potencial de grandeza
del capital humano de los venezolanos. Ellos son los traidores. Pretenden
robarnos la memoria del país; le han robado el futuro al país. Ellos son los
traidores.
A esos
traidores en el gobierno les conviene crear la división entre exiliados y a los
que llamaremos nacionales, los que se quedaron en nuestra tierra. Les conviene
la división entre exiliado y nacional. A esos traidores en el gobierno les
conviene crear la división entre exiliado y exiliado; entre nacional y nacional; les conviene la división de metas, el desacuerdo
en tácticas y estrategias para llegar a cualquier meta. Es útil y fácil para el
régimen dividir y desprestigiar cualquier liderazgo que proponga metas. Estos
son los trucos de espejo y juegos de mano que usa el régimen para fortalecer y
cimentar su estructura totalitaria de partido único en el poder.
Por eso es que
el opositor en el exilio y el opositor nacional debemos simplificar la meta,
regresar al objetivo primordial y único: restaurar la democracia en
Venezuela. Una vez que esa meta sea lograda pueden existir tantas
divisiones como se quieran en contienda electoral libre y democrática, con
agendas y programas de gobierno distintos.
Es para enfocarme en esta meta y aclarar lo que se busca que comencé
hablando acerca de las estructuras de la democracia.
La democracia
se fortalece con una amplia participación ciudadana. Mientras mayor, fuerte y
diversa sea esa participación, menor será la probabilidad de que se fortalezcan
tiranías coyunturales por existir el interés de compromiso político entre los distintos
grupos de interés ciudadanos que conforman el poder de la república. Es por eso
que las tiranías quieren uniformizar a los miembros de sus sociedades. A la
resistencia, para restaurar la democracia en Venezuela, nos hace falta toda la
diversidad ideológica de todos los venezolanos, tanto de aquellos en la patria
como de los que estamos por otros lares. Tanto de aquel dentro del régimen que,
como Saúl de Tarso fulminado en el camino a Damasco, es ahora converso, como de
los que siempre supimos lo que representaba Chávez y clamábamos en el desierto.
Tanto de aquel que quiere usar sanguinariamente ejércitos y milicias para
ajusticiar a cualquiera con franela roja, como del que quiere desesperadamente
evitar esos ríos de sangre. La meta verdadera sigue siendo una sola: restaurar
la democracia. Todos tienen voz, todos aportan, la solución no es mañana ni
pasado mañana, pero sí existe y va a llegar. Una vez que la democracia esté
restaurada se podrá ir a la contienda electoral y ver a quién escoge la
ciudadanía soberana.
La estructura cabal
de la democracia permite crear un gobierno en el cual los ciudadanos ejercen el
control consensuado sobre su gobierno, en vez de que los gobiernos ejerzan el control
represivo sobre sus ciudadanos. Defender la democracia, entonces, equivale a defender
los derechos humanos. Los derechos no son esa concepción totalitaria
castro-cubana: una gracia otorgada por el estado. Los derechos existen por el
hecho de ser humano, y un derecho humano fundamental es el derecho a la
libertad. Es por eso que la defensa de la voz de la democracia es la defensa de
la voz de la libertad; y defender a la libertad es defender a la democracia.
Hace muchos
años salí de Venezuela, pero Venezuela nunca salió de mí. A pesar de las
frustraciones y emociones desesperadas, como las de aquel que ve en cámara
lenta un accidente ocurriendo, he mantenido mi fe en Venezuela. Recientemente
hablé por teléfono con mi tía, ya anciana, y me decía que no espera que llegará
a ver la recuperación de nuestro país. Pero esas palabras me lo dicen todo:
espera que el país se recupere de esta destrucción social que ella observa
diariamente a su alrededor. Ese día ella iba a votar, en las elecciones
municipales recientes. Sabía que su voto en realidad no contaría, en el mejor
de los casos sería anulado, en el peor robado, pero ella no quería que le
robaran también su derecho al voto. Su derecho a tener
voz, derecho por el cual lucharon y murieron muchos en el pasado lejano y reciente.
Ella aporta su grano de arena a la democracia como mejor puede, como ciudadana.
De granos de arena es que se hacen las más bellas playas, cada grano minúsculo,
y todos contribuyendo al gran espectáculo que nos maravilla al pararnos ante la
inmensidad del mar, bajo un sol tropical. De gota en gota esa mar rompe en poderosas
olas, reventando peñas; gota a gota se riegan las selvas, donde cada hoja de
cada árbol aporta el oxígeno que respiramos cada día para sobrevivir. Cada grano,
cada gota, cada hoja, cada minúsculo aporte de apoyo a la democracia, de acción
contra el régimen y de aliento a la resistencia, cuenta para construir el mundo
que queremos, ese en el que queremos vivir. Cada aporte que cada uno de ustedes
pueda hacer es valioso para lograr la meta de un país con paz y prosperidad en
democracia y libertad.
Muchas gracias.
---
ABAJO SIGUEN IDEAS POSIBLES DE DISCUSIÓN PARA
DESARROLLAR, INCLUIR O EDITAR
Posibles desarrollos adicionales a incluir en el discurso/discusión:
---
[INICIO INSERTO A]
[Para
establecer una democracia plena y duradera, durante el periodo de transición
habrá que formular un modelo democrático y un plan de ejecución que utilice las
lecciones aprendidas. ¿Qué errores pueden considerarse como estructurales y
cuáles deben evaluarse para fortalecer la democracia? Esas y otras preguntas
son las que el exilio y la oposición podemos hacernos para preparar el modelo
democrático que deseamos una vez derrocada la tiranía.
En mi libro incluyo un ensayo acerca de la
concentración del poder y el efecto que tiene sobre la libertad. Habiendo
estipulado que la mejor manera de estimular el progreso y bienestar es
maximizando la libertad, considero importante establecer una estructura
institucional que haga eso precisamente, maximizar la libertad. Sí, es cierto,
estoy hablando de modificar la constitución, posiblemente de cambiarla. Esto lo
digo con poca renuencia, porque hay que estar claro: los resultados que ha
arrojado la constitución vigente no pueden considerarse un éxito. Es cierto que
han existido abusos a la constitución por parte del régimen y no se le puede
echar toda la culpa a la víctima, por decirlo así. Pero la constitución es
débil y frágil en sus capacidades de defensa de la democracia. Por ello
considero que, como mínimo, debe modificarse.
En la constitución hay elementos y detalles para
modelar las instituciones del país sobre los cuales tengo desacuerdo, pero
considero que su falla fundamental, la que atenta contra la democracia plena,
es la concentración del poder en el ejecutivo y la capacidad (legal y no) de
éste de aumentar dicha concentración.
La tradición del poderoso al mando es una constante,
no solo en Venezuela sino en gran cantidad de países latinoamericanos. Tal vez
habría que repensar y considerar los beneficios de sistemas parlamentarios. A
fin de cuentas históricamente no parece haber sido una estrategia exitosa eso
de tener un individuo todopoderoso al mando de nuestros países. Pocos países democráticos
alrededor del mundo en realidad tienen un ejecutivo centralizado sobre la
persona del presidente. Uno de ellos, lamentablemente para Latinoamérica, es
los EE.UU., a cuyo presidente se le refiere con frecuencia como “el hombre más
poderoso del mundo”. Este es un vecino que, a pesar de ser tan odiado, quiere
ser emulado, y por lo cual todas las constituciones de Latinoamérica utilizan
el modelo presidencialista, en la suposición supersticiosa de que esto puede
ser un factor de éxito. Otros elementos del modelo de gobierno de los EE.UU.
sin embargo no son copiados y son esos los que de cierta manera limitan el
poder del presidente de este país y, como argumenté anteriormente, los límites
al poder son esenciales para el buen funcionamiento de una democracia.
[[INICIO INSERTO B]]
[[Como un aparte, quiero decir que el modelo
presidencialista puede desvirtuarse como un modelo de “guardián” gerencial, el
modelo exitoso sobre el cual se basa la estructura empresarial típica. Al ver
una gran empresa exitosa hay quien piensa que sería ideal que un país fuese
gerenciado de manera similar. Hay varias razones por las cuales esta línea de
pensamiento es peligrosa para la democracia. En el libro hablo acerca de la
relación gobierno-empresa y las diferencias entre las habilidades y metas del
político exitoso y las del empresario exitoso, calificándolas como
incompatibles. En el libre mercado es raro aquel político exitoso retirado que
establece una empresa exitosa. El empresario exitoso por lo general tampoco
hace carrera política exitosa en el sentido de mejorar el bienestar de sus
representados, y con frecuencia se le asocia con escándalos de corrupción o
abusos de poder. Sirva Silvio Berlusconi de ejemplo. Más allá de poder o no
trascender las diferencias de talento que lo hacen exitoso en el mundo
empresarial para ser exitoso en el mundo de la política, el empresario exitoso
es el “guardián” de su empresa, y se comporta como tal; pero esa burocracia
estricta necesaria para manejar una gran empresa no emula los procesos
democráticos de una sociedad. Finalmente, es de hacer notar que los países, por
lo general, duran mucho más que las empresas.]]
[[FINAL INSERTO B]]
La experiencia mundial es útil para ver que funciona y
que no funciona. En Uruguay, como relato en el libro, después de una dictadura
traumática, avenida por el colapso en su sistema de legitimación de la
representatividad por vía electoral, se estableció el sistema de balotaje (segunda
vuelta). Chile y Argentina también adoptaron el balotaje. Esto por supuesto
manteniendo el sistema presidencialista al cual están acostumbrados nuestros
pueblos.
La flexibilidad del sistema parlamentario puede de
alguna manera incrementar la posibilidad de representación legítima de los
ciudadanos. Una virtud de las constituciones venezolanas es haber mantenido la
representación proporcional de las minorías. Esto aumenta la diversidad de
opiniones y la necesidad de compromiso entre partidos y facciones, proceso
fundamental para la legitimación de decisiones democráticas. Además se establece
así la necesidad de proteger las minorías de la tiranía de las mayorías.
Sea bajo un sistema parlamentario o un sistema
presidencialista, hay una idea inserta en las palabras de Simón Bolívar ante la
primera asamblea constituyente de la república de la Gran Colombia, el Congreso
de Angostura. Bolívar reconocía la dificultad de gobernar y la necesidad de
mantener una memoria política en los organismos del estado para disminuir la
volatilidad y discrecionalidad de los gobernantes de turno. Por eso hizo una
propuesta basada sobre el parlamento de Inglaterra: un congreso bicameral con
senadores hereditarios, similar a los Lores del parlamento inglés. Su argumento
era que si una persona es cultivada desde la infancia para ser funcionario
público en el cuerpo legislativo de manera vitalicia, dicha persona será menos
susceptible a la volatilidad de las políticas coyunturales y se enfocará más
sobre las políticas estructurales de la nación. La propuesta de Bolívar no
prosperó por muchos motivos, pero considerar la importancia de su enfoque para
la memoria política en el liderazgo del país no debe ser descartado y algún
mecanismo puede incorporarse para disminuir la volatilidad política, mecanismo
que existe en muchas democracias modernas. Ya mencioné la Casa de los Lores en
Inglaterra. Las monarquías constitucionales, como España, Holanda, etc.,
utilizan sus reyes con ese mismo fin. En los EE.UU. la memoria política se
mantiene mediante designaciones vitalicias para los jueces federales y de la
Corte Suprema y, en menor grado, con un congreso bicameral cuya cámara alta
tiene períodos largos con rotación electoral escalonada. El instrumento para
mantener la memoria política del país se intentó en Venezuela mediante la
figura del Senador Vitalicio para los expresidentes en la constitución del ‘61.
En caso de considerarse nuevamente, el instrumento deberá ser algo más fuerte
que un senador cada periodo presidencial y puede residir en el cuerpo
legislativo, el judicial o ambos. Está abierto a la consideración de los
futuros constituyentes. Espero que el ejecutivo hereditario o por designación
sucesoral—a lo Corea del Norte, o Cuba—no entre bajo su consideración.
Finalmente hay que destacar esa característica
importante de la naturaleza del ser humano que lo impulsa a la acción y que
mencioné anteriormente: el interés propio. En el caso de los funcionarios
públicos esto puede conducir a la corrupción. Si se estipula como un hecho que
la corrupción es naturaleza humana, los mecanismos ex-ante para evitar que
ocurra pueden y deben ser diseñados de manera firme. En ocasión anterior ya
hablé sobre este tema, basta decir por ahora que en un gobierno simple y
limitado existen mejores mecanismos de control y menores oportunidades de
corrupción que en un gigantesco aparato de estado burocrático. ]
[FINAL INSERTO A]
--
domingo, 10 de diciembre de 2017
DIÁSPORA vs. EXILIO vs. EMIGRACIÓN.
El término diáspora originalmente describe al pueblo
judío, errante y sin patria durante miles de años. En el vocabulario moderno se
utiliza para describir una gran población de emigrados de cualquier país, pero
su acepción original de gente sin territorio, en búsqueda de una patria, genera una gran
reflexión. Mucho se habla de la diáspora venezolana, los ya 3 millones de
emigrados alrededor del mundo, una mezcla de refugiados económicos, políticos y
culturales buscando vida en otras tierras. Pero la acepción diáspora de gente
sin patria no aplica a la mayoría de este grupo de personas; estipulemos entonces
exiliados para definirlos globalmente.
Los exiliados venezolanos sienten que sí tienen una
patria, un territorio definido que frecuentemente asocian con hitos geográficos
como el Ávila, la Gran Sabana, el Lago de Maracaibo, el Pico Bolívar, los
Médanos de Coro o, incluso, el territorio en reclamación de la Guayana
Esequiba. La patria perdida es la que ofrecía una percepción de oportunidad y
desarrollo, de seguridad y de familia, de confianza en que el futuro sería
mejor que el presente. Una nación con promesa de futuro.
La condición económica.
La condición económica ha impulsado a muchos pueblos a
la emigración. Famoso es el caso de Irlanda, que generó una gran emigración
hacia los EE.UU. a mediados del siglo XIX. La colonia irlandesa en los EE.UU.
mantuvo raíces con su madre patria y el resentimiento contra los causantes de la
Gran Muerte, razón originaria de la emigración (los ingleses), financiando eventualmente terrorismo en Irlanda del Norte. La emigración de italianos,
españoles y portugueses hacia Venezuela a mediados del siglo pasado se origina
en las condiciones económicas de sus respectivos países de origen al finalizar
la segunda guerra mundial. Las oleadas de inmigrantes legales e ilegales hacia
los EE.UU. desde México, Centroamérica y el caribe son fundamentalmente
originadas por la condición económica. En todos estos casos, el denominador
común es el emigrante como desplazado económico en su país de origen,
típicamente joven y frecuentemente enviando remesas de vuelta a su familia,
aliviando de esa manera la situación económica de los que allí quedaron.
Desde el año 2012, con cifras debatibles de origen[1], el PIB de Venezuela ha
disminuido notablemente. Son dieciséis trimestres del 2012 al 2016 en disminución,
y se estima que el 2017 también será menor que el 2016. La definición económica
de recesión es dos trimestres consecutivos con disminución del PIB. No hay
definición similar para depresión económica, pero veinte trimestres
consecutivos fácilmente puede categorizarse como tal. Es aquí que se rompe la
promesa de futuro.
La solución que pretende el régimen a la crisis económica es extraordinariamente utópica y contradictoria a toda lógica
económica real. Mientras espera en el “Dios proveerá” con su esperanza de que
aumente el precio del petróleo, el colapso de la producción y la liquidación de
activos presentes y futuros hunde al país aún más. No habrá repunte posible en
los precios del petróleo que compense la destrucción de la capacidad productiva
de PDVSA.
La política monetaria está eliminando el bolívar como
medio de transacción y el régimen está sustituyéndolo por transacciones con el
Carnet de la Patria, cumpliendo así uno de los objetivos de las propuestas de
Dieterich Steffan[2]
(y Marx): eliminar el dinero. Con su reciente propuesta de la
cripto-moneda “petro”, el régimen demuestra su desconocimiento de la base liberal del auge
de dichas monedas, la independencia y autonomía de las mismas de autoridad
central y, por supuesto, la propia constitución que prohíbe enajenar los
recursos naturales el país. Pero lo cierto es que la propuesta del “petro” no
es la creación de una cripto-moneda gubernamental (un contrasentido conceptual)
sino un paso más hacia la eliminación del dinero en manos de individuos para
transformar las transacciones en un intercambio digital controlado por el
gobierno. Un corolario del Carnet de la Patria.
El empeño enfermizo de persistir y profundizar políticas
económicas y sociales que arrojan irrevocablemente los mismos resultados de
miseria cada vez mayor es clínicamente irracional. Las consecuencias sobre el
país impactan todos los sectores sociales y han llevado de fuga de cerebros a
crisis humanitaria regional. La ONG Cáritas reportó[3] en septiembre de 2017 un nivel de crisis en la desnutrición infantil en
el país. Las inferencias del informe arrojan amenaza de muerte inminente por
desnutrición a 300.000 niños menores de 5 años, y un grave deterioro en el
desarrollo físico y cognitivo futuro en todos los niños en Venezuela. En la perversión más grave de la culpabilidad
escurrida por el régimen, madres han sido enjuiciadas después de llevar a sus
hijos a clínicas en condiciones de desnutrición grave y muerte, acusadas de
abuso a menores. Las muertes diarias y las taras físicas y mentales a largo
plazo debido a desnutrición y escasez de medicinas son imputables directamente
al régimen y su represión económica.
La condición política.
La represión política es brutal y se manifiesta en el
gran número de presos políticos encarcelados en rotación o con orden de presentación
y libertad condicional; y los asesinados. Contra las protestas cívicas, herramienta
fundamental del pueblo soberano en regímenes democráticos, la dictadura lanza medidas
desproporcionales, utilizando armas de guerra, fuerzas milicianas y alimentando el sectarismo. Esta
represión ha llevado a innumerables personas a abandonar el país, algunos
escapando, otros antes de ser obligados o apresados.
El exilio político puede ser voluntario o forzado. Es
notorio el caso histórico de Jóvito Villalba, líder del partido ganador de las
elecciones a la Asamblea Constituyente de 1952 y expulsado del país por el
dictador Marcos Pérez Jiménez a los pocos días de esa victoria. Muchos
dirigentes políticos e intelectuales públicos no han sido forzados a un avión o
un barco, o evadido alcabalas hasta la frontera; simplemente se han ido a
tierras extranjeras a practicar su oficio u otro nuevo, con la esperanza de que
si cambia la condición del país, podrán retornar a contribuir a su desarrollo.
En contraste con el exilio económico, el exilio
político se caracteriza por ser más activista. En este grupo se encuentran los
llamados “guerreros del teclado”, tanto en el territorio como en el extranjero, exacerbando y alentando
posiciones maniqueas. La capacidad de influencia de éstos en el país es
limitada, debido a las limitaciones de difusión inherentes a los medios
electrónicos y el control de la información por el régimen. A su conveniencia,
el régimen utiliza opiniones de estos “guerreros” para argumentar y proponer
medidas represivas, tales como la “Ley contra el Odio”, y tomar medidas de represión judicial, apresando y soltando para someter al terror la libre expresión de ideas.
Este grupo además incluye activistas de alto perfil con pasado
político y enfrentados al régimen. Entre éstos se incluye todo el espectro,
desde chavistas-en-desgracia hasta representantes del llamado neo-liberalismo: el pluralismo esperado de una democracia. Los más destacados (en todo ese
espectro) han hecho meritorias campañas internacionales que han logrado el objetivo
de desenmascarar al régimen como una tiranía corrupta, basada en fraudes
electorales y asociado con elementos criminales transnacionales. Todos aportan.
Como porcentaje sobre los emigrados, el número de
exiliados políticos de alto perfil no es alto, pero su influencia sobre el gran exilio es
grande. Han apropiado un liderazgo considerable y, en caso de haber una transición
democrática en Venezuela, estos deberán ser incluidos en la misma para aportar
credibilidad a dicha transición y crear incentivos al retorno del exilio para gran
cantidad de compatriotas.
La condición cultural
Un sector del exilio se define por su sentido de
alienación social y cultural que ha desarrollado por los cambios ocurridos en
su patria de origen. La condición de creciente “pureza” ideológica
totalitaria en Venezuela contrasta con la de una sociedad que permite florecer e
intercambiar diversidad de iniciativas, ideas y opiniones abiertamente, condición conducente
a la creatividad intelectual, artística y empresarial— y característica fundamental
del liberalismo.
Ese coartar de la creatividad aliena individuos y los
impulsa a buscar oportunidades en otros países. Este impulso es el que los hace
crear vida y patria lejos de su tierra y eventualmente perder por esa
alienación la patria de origen, convertidos en verdaderos miembros de una diáspora,
gente en búsqueda de una nueva patria. Aquella patria que conocieron ya no existe y
aun cuando visiten el territorio, el país en el que nacieron y crecieron ya no existe
más, ya no tienen hogar allí –o al menos así lo perciben.
Pero sí tienen raíces. El profesional que se va a
buscar fortuna en otras tierras no es exclusivo de regímenes totalitarios y las
anécdotas son tantas que las hay hasta en la Biblia. Cuando el talento y la
iniciativa personal impulsan al individuo a buscar otros territorios para
desplegar sus capacidades esto no significa que abandona sus raíces. La
diferencia entre el hijo pródigo y el exilado ocurre cuando el deterioro en la tierra
natal es tal que le resulta imposible
regresar y mantener las oportunidades, carrera y vida hecha en aquella tierra
lejana. En ese momento, el ido pasa a ser sobreviviente y, para muchos del
territorio, fugado.
El síndrome del
sobreviviente puede generar gran sentimiento de culpa entre los exiliados. En
las redes sociales son cuestionados cuando comparten felicidades pasajeras o
éxitos materiales. En el lado negativo, esto puede conducir a una radicalización
entre algunos miembros de este grupo, manifestado en exilios pasados como el irlandés
y el cubano, apoyando materialmente a grupos de oposición violenta al gobierno.
En el lado positivo, algunos miembros individual o conjuntamente toman acciones
de ayuda y apoyo material y logístico para aliviar índices de escasez
alimentaria, sanitaria y educativa en el país.
El dolor de exilio (redux)
“Se va
acercando al diez por ciento la población venezolana que vive en el exilio, en
muchos casos familias encabezadas o incluyendo profesionales, universitarios y técnicos de alto nivel. Un
verdadero desangre de cerebros. Un despilfarro de recursos que no es
cuantificable y es mucho mayor que esos miles de millones embolsillados en
el bochinche de la corrupción. Una pérdida para el país tanto por la inversión
educativa en esos cerebros como por su potencial de aporte a la productividad
futura del país
Los exilados
sobreviven. Algunos ejercen su profesión original, otros pasaron de ingenieros
diseñadores a técnicos de mantenimiento, de veterinarios a vendedores, de
ejecutivos a panaderos. Todos enriquecen su entorno culturalmente y prosperan
en ambientes que favorecen el esfuerzo bien intencionado del que quiere
trabajar para ganarse la vida de manera honesta. Todos haciendo nueva patria en
tierra extranjera, todos añorando la vieja patria y la familia perdida.”
Esas palabras escritas a principios del 2015, bajo el
mismo aparte que titula este, se incluyen en el libro “La Venezuela imposible”
y se mantienen más vigentes que nunca. Se acelera el exilio, voluntario y
forzado, de una población con voluntades, metas y opiniones diversas, pero
unidas en el dolor de ver su patria de origen sumida en la miseria. Cada
miembro del exilio se pregunta permanentemente a sí mismo, “¿qué puedo hacer?”
para aliviar de alguna manera esa miseria, que siente directamente con sus
familiares y colectivamente con el país. Los venezolanos que se mantienen en el
territorio pueden responder esa pregunta manteniendo los brazos abiertos a ese gran
activo acumulado alrededor del planeta.
Carlos J. Rangel - autor de "La Venezuela imposible".
[1] Para una discusión sobre el PIB
medido bajo el chavismo, véase “La Venezuela imposible”, ensayo 10.
[2] Heinz Dieterich Steffan: “El
Socialismo del S. XXI”.
[3] Boletín CARITAS Abril-Agosto 2017: “Monitoreo
de la situación nutricional en niños menores de 5 años”.
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martes, 14 de noviembre de 2017
EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LAS NACIONES UNIDAS Y EL CASO VENEZUELA
Dos perspectivas acerca de la reunión informal del consejo de seguridad de las NNUU acerca de la situación en Venezuela:
- El cuidadoso lenguaje diplomático y las posiciones soberanas de las naciones hacen de este tipo de reunión una serie de ponencias sin mayor consecuencia—es decir es una habladera y pérdida de tiempo, con discursos llenos de dignidad pero vacíos de mensaje. Una ocasión para que los diplomáticos luzcan su habilidad para perder tiempo.
- Esta reunión establece precedente legal internacional para coordinar un canal humanitario, al destacar la perentoria y urgente crisis de salud y alimentación en el territorio, para coordinar acciones del sector financiero y de capitales, y para una posible intervención directa internacional contra la criminalidad de un gobierno vinculado con el narcotráfico, su creciente peligro como fuente desestabilizadora en la región, y la creciente violencia fratricida en el país.
Hay medidas de presión internacional que en coordinación con acciones internas pueden llevar a la salida de los criminales al mando del país. Sólo entonces, al expulsar a dichos criminales, se podrá ir al diálogo verdadero y constructivo entre las partes políticas del país, dialogo que todos los representantes diplomáticos presentes en la reunión de las NNUU consideran pieza clave para lograr que el país salga de la crisis que lo mantiene en sus garras y que apoyan siempre y cuando sea un "legítimo diálogo".
Esta convocatoria por parte de algunos miembros del Consejo de Seguridad para discutir la situación venezolana ha sentado el precedente para justificar la coordinación y preparación de mecanismos de ayuda humanitaria y financiera internacional, al igual que para intervenir directamente de manera multilateral en caso de que llegue a ser inevitablemente necesario para detener violencia política originada por los criminales en el poder. La ausencia y silencio cómplice de parte de cuatro miembros del Consejo (Rusia, China, Bolivia y Egipto) y los que se amparan bajo falsos llamados de no intervención y soberanía, los hace practicantes de lo que Luis Almagro denuncia como una perversión del realpolitik: "inmoralpolitik".
The situation in Venezuela - Security Council Arria formula…
YOUTUBE.COM
jueves, 9 de noviembre de 2017
DEMOCRACIA EN VENEZUELA - ¿CÓMO LOGRAR EL OBJETIVO DESEADO? (UN ENFOQUE ESTRATÉGICO)
El
régimen encabezado por Nicolás Maduro se fortalece a medida que destruye el proceso
electoral y la representatividad pluralista en el país. El modelo social y económico
del régimen hunde cada vez más al país en miseria y no parece haber salida. La oposición
demócrata se debilita y busca alternativas para restaurar al país con el objetivo
simple de cualquier demócrata: crear las condiciones para
que existan democracia y libertad, bases de la prosperidad y el bienestar.
En
un momento se pensó que era posible obtener el cambio y las condiciones haciendo
una coalición electoral opositora y enfrentando al oficialismo en contienda
directa. El régimen se endurece ante la debilidad de la voluntad del compromiso
ciudadano de votar, y esa vía está arrinconada en un callejón sin salida
debido a las argucias y manipulaciones del mismo régimen. Aun así la vía
electoral no debe descartarse por completo.
Hay
quien está esperando que algún sector de las Fuerzas Armadas se harte del desastre económico, administrativo y fiscal de un régimen secuestrado por delincuentes, y que de alguna manera
ponga orden. Esta vía es un callejón sin
destino conocido. Tanto adeptos al modelo y legado del “Comandante Eterno” como
algunos que puedan permanecer en el seno castrense opuestos a dicho legado
pudiesen hacer intentos que difícilmente lograrán sacudir al régimen en el
poder, dado su apoyo externo por el régimen cubano. Aun así no debe descartarse
la necesidad del apoyo de sectores en las FF.AA. durante el proceso de
restauración de las condiciones democráticas del país.
Unos
últimos suponen que una posible intervención extranjera de corte militar, sea como
“operación quirúrgica” o sea como un “cuerpo multinacional de cascos azules”
pudiese lograr el cambio de condición necesario. Una intervención de este tipo
se puede saber cuándo comienza, pero no cuando termina y es un camino incierto
y volátil. Aun así no debe descartarse el apoyo de los aliados internacionales
que reconocen a la democracia plena como fundamental para la libertad.
El
primer enfoque, el enfoque electoral, es el más cercano al objetivo de crear, preservar
y fortalecer la democracia. La MUD como agrupación electoral con el objetivo de
retar al oficialismo tuvo su momento y razón de ser. Las energías opositoras
eran suficientemente fuertes como para suponer que una oposición unida
derrotaría a la coalición oficialista en las urnas y eso efectivamente sucedió.
Las elecciones del 2013 que llevaron al poder a Maduro fueron ganadas por la
oposición, como ha sido admitido por personas cercanas a dicha elección. El
fraude electoral derrotó al candidato de la MUD, y cuando hacía falta no se
utilizaron las otras armas de la democracia y la sociedad civil: protesta popular,
denuncia de la prensa, apoyo de ONGs independientes y aliados internacionales,
etc., por fallas del liderazgo opositor.
Los
resultados de las elecciones parlamentarias del 2015 fueron tan abrumadoramente
en contra del oficialismo que reflejan el verdadero sentimiento del país en
relación con la gestión de gobierno. El resultado fue tan contundente que
sobrepasó la posibilidad de fraude que existe cuando los márgenes son menores
al 5% del electorado. Dos lecciones de estos comicios son importantes: que la
participación electoral masiva es posible e importante, y que las entropías
intrínsecas a la coalición electoral de la MUD no son conducentes a una gestión
efectiva. El fracaso en la gestión de la Asamblea Nacional para imponer el estado democrático es
directamente atribuible a esa entropía.
Como
he definido en otro lugar, los partidos son agrupaciones de personas con
ideología compartida con el objetivo de llegar o de influenciar al poder. Las diferencias
ideológicas entre partidos eventualmente desintegrarán una coalición opositora
como la MUD, tal y como ocurrió. Un grave error de percepción tanto de
dirigentes dentro de la MUD como del electorado, comentaristas y observadores
es haber considerado a la MUD como un partido político y querer operar o tener
expectativas de que se comportara como tal. La coalición electoral de la MUD no
agrupa personas con ideología compartida, agrupa partidos con el objetivo de
crear condiciones para una contienda electoral democrática y, dentro de esos partidos, individuos con ambiciones personales pragmáticas. El problema es que
en dicha agrupación algunos suponían un grado de observancia y obediencia
política de sus miembros que no es realista. Aun cuando se hicieran primarias
para escoger un candidato único de oposición, es probable que hubiese
opositores que no votarían por dicho candidato en la elección general por
muchas razones, y todas relacionadas con el amplio espectro ideológico de los
partidos políticos que contiene la oposición.
Las
elecciones regionales del 15 de octubre resaltaron las debilidades
estructurales de este enfoque y su caducidad. Tanto por el endurecimiento del
régimen y sus destrezas en perpetrar manipulación y fraude electoral como por
el fraccionamiento natural de la coalición electoral opositora, hay que llegar a
la conclusión que la vía electoral planteada como contienda entre una
agrupación oficialista y una agrupación opositora está cerrada. Eso no
significa que la vía democrática está cerrada.
Si
se ven las cifras de participación del electorado, puede verse que los grupos
aglutinados por el oficialismo nunca han superado mucho más del 33% del
registro electoral en todas las elecciones desde las de 1998. Ante esa realidad
numérica, en caso de persistir por la vía electoral, sería más efectivo
competir separadamente, enfocarse en aumentar la participación electoral, y
gobernar coordinadamente, es decir un nuevo “pacto de Punto Fijo”. Pero esto
solo podrá ocurrir en caso de tener contiendas electorales imparciales, para lo
cual las condiciones no existen en la actualidad.
Democracia es una condición en la cual la ciudadanía participa en el gobierno.
Esta participación se manifiesta mediante elecciones, mediante protestas,
en agrupaciones civiles de interés focalizado (federaciones, sindicatos,
asociaciones, organizaciones, iglesias) y por supuesto con prensa tanto libre como
clandestina. Las elecciones en este momento en Venezuela han sido apropiadas/secuestradas
por el régimen. Las otras armas de la democracia se mantienen vigentes.
Para recuperar la plena democracia en Venezuela hay que recuperar las
elecciones libres e imparciales y ese debe ser el objetivo tanto de la
aplicación de las otras armas de la democracia como de los otros dos enfoques
mencionados al principio. Una vez recuperadas las elecciones, entonces podrán
debatirse las ideologías y sus variantes entre sí, incluyendo social
democracia, democracia cristiana, liberalismo, e incluso el comunismo en su
ropaje chavista demócrata.
El
segundo enfoque, un levantamiento militar, se basa sobre la ilusión de que el
poder militar es el árbitro final de la democracia en el país. Esto tiene
raíces en varias líneas culturales y de pensamiento, pero todas derivan de la
añoranza paternalista por el liderazgo fuerte y de la asociación mental (por
demás lógica) de las armas con el poder. La ciudadanía y el poder civil no
pueden claudicar ante esta ilusión. El alto riesgo que implica dejar en manos
de unos pocos ambiciosos (armados) los destinos del país nunca ha tenido resultados
positivos—ni en Venezuela ni en ningún otro país del mundo. Los proponentes de
este enfoque dan por sentado que salir del régimen por cualquier vía es
esencial, pero no se les puede hacer un llamado a “los militares” para que
tumben al gobierno sin un resultado planificado y con un sentido estratégico. Es
probable que existan militares ambiciosos que piensan que el legado de Chávez
está siendo traicionado y que ellos pueden poner mano dura para proteger dicho
legado. Eso sería un desastre para las verdaderas aspiraciones democráticas del
país.
Las
Fuerzas Armadas se han convertido en un gran pulpo multipropósito. Su
injerencia en el sector civil es agigantada y creciente, profundizando el
objetivo de Chávez de establecer un gobierno “cívico-militar,” modelado bajo el
mismo tipo de estructura existente en Cuba. Esto ha resultado que Venezuela
fácilmente tenga el mayor número de generales per cápita a nivel mundial
(salvo, quizás, Cuba). Esto—al mismo tiempo que hace pensar que existe un gran
poderío militar—es una gran debilidad.
El
sector militar con mando efectivo de tropas en Venezuela es proporcionalmente
menor que en un gobierno civil. El sector civil democrático debe tomar la
iniciativa de cambiar el poder y buscar alianzas con el sector militar con
mando de tropas. El cambio democrático tiene que surgir del sector civil, y
algunos sectores militares aliarse al movimiento. No debe ser lo contrario,
puesto que esa vía es conducente a una nueva represión totalitaria. Es decir,
no se descarta la necesidad de una alianza con algún sector militar opuesto al
régimen, pero esta alianza debe ser iniciativa civil, demócrata y liderada por
dichos demócratas civiles, no al revés. Los militares se deben sumar a la
inercia positiva de un movimiento que busca restaurar las condiciones de
democracia, tal y como ha sucedido históricamente en toda transición hacia una
democracia exitosa, puesto que esta será la única manera de defenderse de la represión
brutal que surgirá del régimen ante la posibilidad de enfrentarse a su final.
Por
último el tercer enfoque, el de intervencionismo militar extranjero debe ser
discutido. Hay quienes piensan que dado que la vía electoral está trancada y que
“los militares del país están vendidos al régimen”, no hay opción posible salvo
una intervención militar extranjera que “cure el cáncer” que aflige al país; que
no hay solución interna posible. El argumento a favor de esta opción postula
que el liderazgo político en el país es inefectivo y nunca podrá salir del
régimen. Esta opción es una variante del segundo enfoque, salvo que descarta la
posibilidad que los militares en el país tomen acción en contra del régimen, y
por ello solicitan su equivalente extranjero.
Suponer
que esta medida desesperada de alguna manera pueda resultar en un resultado
positivo para el país, es una falacia. Una intervención de este tipo
fraccionaría aún más el país entre enemigos acérrimos, y precipitaría una
verdadera guerra entre “nacionalistas”, “patriotas”, “independentistas”, “defensores”,
y cualquier otro auto-nombrado que se sienta con derecho a opinar mediante un
fusil, saliendo a la calle. Adicionalmente, los intereses geopolíticos de Cuba,
Rusia y China harían del conflicto uno excesivamente cruento y largo. Este es
un escenario que tendría una fecha de inicio con acciones concretas y ciertas,
pero una fecha final totalmente desconocida con resultados inciertos. Para los
proponentes de esta opción una consecuencia certera sería la eliminación de
cualquier semblanza o personaje del liderazgo de la oposición política actual,
sea por descrédito o físicamente.
El
apoyo internacional para el cambio del régimen en Venezuela es esencial y dicho
apoyo ha presionado de manera efectiva hasta ahora. Las sanciones individuales
y corporativas están cercando al régimen. El reconocimiento a la Asamblea
Nacional y al Tribunal Supremo en exilio –y el desconocimiento a la Asamblea Nacional Constituyente—son de
gran ayuda para lograr una transición política; la comunidad está a la espera
de un nuevo Consejo Nacional Electoral.
No se podrá salir del régimen sin lograr un acuerdo con el
régimen cubano y en eso la comunidad internacional es fundamental. No se podrá
salir del régimen (lamentablemente) sin obtener un lugar al cual dirigentes del
régimen puedan “escaparse”, para lo cual transacciones internacionales hacen
falta. No se puede recuperar la economía del país, enfrentarse al problema de
la deuda, ni obtener la ayuda humanitaria necesaria sin la comunidad
internacional. No se podrá convocar elecciones percibidas como imparciales sin colaboración
internacional. Esos son los enlaces, acciones y apoyos que hacen falta
construir, no una intervención militar internacional que acrecentaría el caos y
la destrucción.
El
objetivo es crear las condiciones para que existan democracia y libertad. La
combinación estratégica de los tres enfoques discutidos es necesaria para crear
estas condiciones. Cada uno es una pieza del rompecabezas que debe ser armado
por el cuerpo civil democrático del país. Sin este trio de acciones coordinadas
estratégicamente, el régimen se mantendrá por el futuro previsible y el país caerá
en mayor miseria, esa miseria que no permite otra acción sino las de la
supervivencia del día a día.
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