Rompe el
amanecer. Hoy es Domingo de Resurrección, el día que conmemora el retorno a la
vida del redentor Jesucristo. Es el día que reafirma la fe cristiana en una
nueva vida después del sufrimiento, después del calvario, después del valle de
lágrimas.
Frecuentemente
escribo a estas tempranas horas, absorbiendo el despertar del mundo: pájaros
trinando, animales curucuteando; el sonido del despertar de los vecinos:
puertas abriendo y cerrando, algunas voces, motores zumbando. Uno que otro avión
sobrevolando.
Pongo
música para esta hora del despertar, frecuentemente Gabriela Montero lanzando
al aire con energía acordes inspirados en la tierra venezolana, nuestra patria común lejana.
En este
día, al igual que todos, recuerdo el sufrimiento y agonía que atraviesa nuestro país. Hay quienes se lavan las manos de culpa, tanto en nuestra tierra
como en otras, tanto lideres nacionales como internacionales. Venezuela sufre,
todo indicador humanitario lo dice a gritos. Las generaciones futuras serán
afectadas por el hambre física, moral e institucional que han sufrido. Los
venezolanos tendremos menos estatura, menos fortaleza física, menos capacidad
intelectual, por esta tortura corporal y espiritual a la cual un régimen criminal
ha sometido a la nación.
La tristeza
me embarga, siempre, al pensar en este sufrimiento. Al pensar en los caídos, en
los presos, en los torturados, en los desaparecidos y en todos los perseguidos,
algunos enconchados, otros en el exilio forzado. Me embarga una tristeza
profunda, pero también la esperanza, no la desesperación. La esperanza de que la nación
venezolana despertará y tendrá su nuevo renacer.
En este día, Domingo de Resurrección, esta esperanza está más viva que nunca. Tengo la fe de que todos nuestros compatriotas tienen la resistencia, la capacidad y la fuerza para este renacer. Lo han demostrado al régimen y al mundo con creces. Sobreviremos el viacrucis y llegará una nueva vida con reunificación y reconciliación para Venezuela. Una Venezuela con paz y prosperidad en democracia y libertad.
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