Autor, emprendedor, analista económico y político.
Artículos y Ensayos, tanto en español como en inglés, sobre la condición de Venezuela y otros temas de interés internacional.
Desde que se implementaron las políticas de control y cambio
social por el régimen de Chávez-Maduro en Venezuela, cerca de 40.000 personas han
sido asesinadas a sangre fría ya sea por "justificaciones" impulsadas por el afán
sectario ("divide y vencerás") del régimen enfrentando clases sociales del país [1]; durante las OLP, "operaciones de liberación del pueblo" esencialmente guerras
entre pandilleros; o en ejecuciones extrajudiciales de manifestantes y
opositores políticos – sobre el asfalto o en mazmorras. Eso, sin dejar de
mencionar el masivo éxodo migratorio de millones de venezolanos en búsqueda de
su felicidad (y de sus familias) en tierra extranjera.
Ese control y cambio social generador de víctimas ejecutado
por el gobierno, bajo la ilusión de tener la capacidad de conducir el pueblo
hacia un mundo feliz, es la antítesis de la libertad. Venezuela no es un país
libre. Venezuela no es un país en donde cualquier individuo pueda aspirar a crear
su propio futuro, desarrollando su potencial y su voluntad para tener una vida
mejor para sí y los suyos. Venezuela es un país en el cual la autoridad del
régimen de gobierno pretende dictar las reglas que le parezcan de un momento a
otro para implementar un férreo control sobre la sociedad, en esa vana ilusión
de crear Un Mundo Feliz. Y por eso hay oposición.
Todo ser humano tiene esa aspiración, la de crear una
mejor vida enfrentando las barreras y obstáculos naturales interpuestos por la
vida. Cada individuo busca oportunidades y maneras de sortear estos obstáculos
y barreras, creando distintos resultados individuales, pero mejorando la
sociedad como un todo por sus esfuerzos. El modelo de desarrollo y bienestar
social centralizado en un grupúsculo de planificadores pretendido por el
régimen no tiene ni la capacidad ni la flexibilidad de la gran multiplicidad de
individuos que conforman una nación; nunca podrá ser mejor que una sociedad en
libertad. Friedrich von Hayek, en entrevista realizada en Caracas (1981) [2] lo
decía de manera clara:
El sistema capitalista… debe [su] capacidad de adaptación a una
infinidad de variables impredecibles, y a su empleo, por vías automáticas, de
un enorme volumen de información extremadamente dispersa entre millones y
millones de personas … que, por lo mismo, jamás estará a la disposición de
planificadores. En el sistema de economía libre, esa información puede decirse
que ingresa en forma continua a una especia de supercomputadora: el mercado…
Allí es procesada de una manera no solamente abrumadoramente superior como
usted expresó, sino de una manera realmente incomparable con la torpeza
primaria de cualquier sistema de planificación.
Capitalismo y libertad van de la mano. A pesar de
haber intentos de “capitalismo planificado” en países como China, Cuba y la
misma Venezuela, típicamente son para efectos propagandísticos en el caso de
Mini/micro-empresas, mercados “negros” para solventar escasez e ineficiencias
de los mercados oficiales, o maneras de canalizar favores del y para el estado
– la corrupción a gran escala. En Venezuela este último grupo caracteriza a los
llamados “bolichicos”, entre otros calificativos. La arbitrariedad de cualquier
régimen bajo planificación central hace la amenaza de intervención o clausura una
espada de Damocles para cualquier entidad proto-capitalista permitida. En China,
Jack Ma y la intervención del estado en Ali Baba ejemplifica de manera clara esta autoridad arbitraria. En Venezuela se vio
recientemente con multas y clausura de hoteles, areperas o transportistas que cálidamente
acogieron o prestaron sus servicios a la líder opositora Maria Corina Machado
durante la campaña presidencial del 2024.
El régimen que gobierna a Venezuela pretende coartar
la libertad a cambio de una prometida prosperidad colectiva. Esa prosperidad se
ha basado en las promesas pasadas y futuras de la repartición controlada de
bienes y riquezas que el gobierno (¿mágicamente?) canalizará y distribuirá a la
sociedad como un todo. El régimen ha estructurado las instituciones y fuerzas
del estado basado en esa promesa inalcanzable del socialismo profundo: el gran
estado de bienestar. El pueblo venezolano ya no se come ese cuento.
El voto masivo con los pies por más de ocho millones
de venezolanos que han emigrado del país dice que ellos no se comen ese cuento
de la prosperidad futura prometida a cambio de la libertad. El voto en las
urnas electorales por más de siete millones de venezolanos bajo amenaza de
retaliación dice que ellos no se comen ese cuento de la prosperidad futura
prometida a cambio de la libertad. La oposición al régimen es una oposición a
las instituciones y modelo que éste ha creado y que han llevado a Venezuela al
despeñadero económico y social. La oposición no es de un partido a otro, como
usualmente es en sistemas democráticos. La oposición ni siquiera es acerca de
las metas sociales y económicas del país (aun cuando en el caso del régimen la
promesa de esas metas sean promesas vacías). La oposición es al modelo y
estructuras de poder que ha construido el régimen para mantenerse y enriquecerse
exprimiendo el sudor, sangre y sufrimiento de todos los venezolanos, incluso de
las familias y adeptos que en el pasado se tragaron el cuento de esa promesa (representado dramáticamente en el reciente cortometraje "La Verdad", con Elba Escobar).
El régimen y el modelo no solamente han sido
derrotados en las urnas electorales, han sido derrotados en el corazón y en el alma
de los venezolanos. Los dieciséis millones de venezolanos que han votado de
alguna manera u otra en contra de este modelo de fantasías dirigido por una
banda de criminales se mantienen unidos en el consenso de la necesidad de
restaurar la democracia y la libertad para lograr la paz y prosperidad de la
nación. El régimen está derrotado de mil y un maneras, pero hará todo lo
posible para aferrarse al poder. El régimen pensaba que con los trucos bajo la
manga que tenía, las elecciones del 28J serian un fraude invisible. Bajo el
liderazgo indiscutible de Maria Corina Machado, jugando con las reglas del
régimen, el régimen perdió de manera claramente visible. La juramentación
espuria de Maduro como presidente no lo protege de la marea opositora, de la
decisión soberana del pueblo venezolano. Dividirse ahora como pretenderían el régimen y la oposición cómplice, ceder ahora, es
permitir el desatar de una venganza terrible sobre el pueblo venezolano.
Ceder ahora es deshonrar la sangre y los gritos de las víctimas del régimen en
su inacabable afán de control y cambio. Ceder ahora es permitir una
corrupción que desvía los grandes recursos del país al bolsillo privado de esta
banda criminal que posiblemente piense que algún Genio (¿el G2?) le concedió el
deseo del toque de Midas; pero como aquel legendario rey, sucumbirá por su
propio orgullo y avaricia. Ante la
oposición, el régimen no puede detener la ola de cambio que se le rompe encima,
porque la oposición noes Maria Corina, Edmundo, Juan Pablo, Andrés, Delsa... la oposición es Venezuela, todos unidos, hasta el final.
[1]No olvidemos a HCF con eso de “ser rico es malo” o su proclamación al
conmemorar el 4 de febrero, en 1999, justificando socialmente al “delincuente
obligado”.
[2]La entrevista, conducida por el periodista y analista Carlos Rangel
el 17 de mayo, fue publicada en el diario El Universal en junio. Se incluye
como apéndice en libro de Carlos Rangel El Tercermundismo (Monte Ávila, 1982)
Este ensayo/entrevista busca responder inquietudes
surgidas en la video-entrevista de Napoleón Bravo a Carlos J. Rangel sobre su
nuevo libro, MITOS DE NUESTRA HUMANIDAD: RELATOS DE SIEMPRE PARA HOY conducida
el 7 de diciembre, 2024. Estas preguntas le fueron planteadas a CJR en un chat
de WhatsApp, y son suficientemente interesantes como para compartirlas en este
blog.
La entrevista en BRAVO24
Estimado Ofer:
Agradezco que te hayas tomado el tiempo para ver la
entrevista y enunciar preguntas que surgieron de la misma. No se ve en la
entrevista publicada en YouTube, pero Napoleón tuvo que editar parcialmente el
video puesto que se nos acabó el tiempo. Me dijo que esa era la primera vez que
le había ocurrido eso, que perdió la noción del tiempo por lo amplio y fascinante
de los temas discutidos. Igualmente, tuve una gran satisfacción participando en
esa entrevista. Mi nuevo libro tiene como objetivo generar este tipo de discusión
amplia acerca de la democracia liberal y ciertamente esta entrevista cumple con
ese objetivo.
Lamento no haberte dado respuesta más rápidamente,
pero tus preguntas tocan temas profundos que preferí ponderar con tiempo antes que
dar respuestas superficiales. Trato de responder tus inquietudes elaborando
algo sobre temas que he desarrollado anteriormente, con la esperanza que de
alguna manera sean satisfactorias. Para hacer la lectura más estructurada la divido por tema que genera la inquietud. He aquí mis respuestas:
En primer lugar, en el minuto 17:03 habla de
liderazgo populista y "la respuesta simple" es NO cuando se le
pregunta sobre ser capaz de alcanzar una posición de liderazgo nacional sin ser
populista.
La respuesta simple es “no” porque meritocracia y tecnocracia
de por sí no movilizan votos. Personas con gran preparación y sentido de
lo que moviliza a los segmentos de población necesarios para obtener una mayoría
del voto popular son rara avis, si es que existen. El voto popular que
logra las mayorías necesarias para triunfar generalmente no es un voto bien
ponderado y se moviliza por la emoción más que la razón. Es un voto que, en la percepción del votante, rechaza
al status quo que le niega oportunidades y bienestar. La fracción
que emite votos deliberadamente ponderados por el candidato de su ideología preferida
generalmente es entre 10% al 30%. En una elección entre dos partidos
principales o por balotaje, eso significa que entre el 40 al 80% de los ciudadanos
con derecho al voto no utilizarán criterios ponderados para emitir su voto. De
esa gran masa de votantes (más cuando se aproxima a 80 que cuando se aproxima a
40) muchos son apáticos ante las alternativas presentadas en la elección y se
abstienen de votar. Para energizar el voto de la masa electoral la herramienta más
efectiva es el populismo y por eso toda opción ganadora tiene un componente de
este. Las promesas de cambio del status quo hechas con cariz populista
generalmente son efectivas, pero las promesas exageradas y evidentemente irrealizables
también generan movilización electoral, aun cuando el votante sepa que son
irrealizables. Este populismo extremo apela a la emoción de la identificación,
es decir, le hace sentir al votante que el candidato entiende sus problemas y que
si no los puede solucionar no es por ignorarlos, ni siquiera por decepcionarlos,
sino por fuerzas ajenas (y esto es común en el discurso populista) que le
adversan, por algún enemigo identificable, típicamente imaginario y expiatorio.
Todo político en contienda electoral tiene que incluir
entre su arsenal de campaña una dosis del populismo movilizador del voto para
sumar la mayoría ganadora a su favor. Cuando el candidato basa su campaña en
una promesa de futuro utópico o regreso al pasado glorioso que los enemigos de
la nación han truncado, es decir la campaña de la promesa milenaria y el
redentor que la hará cumplir, dicho candidato se acerca al populismo extremo;
un populismo que fácilmente puede caer en mando autoritario al convertir a los
opositores a su candidatura en enemigos de su mandato (y de la nación) en vez de
adversarios a sus políticas.
Usted ilustra el esquema de la pirámide y el
lugar óptimo para una democracia es estar en el centro de la pirámide. Jóvenes,
más idealistas, al que Usted le da el apodo de izquierdistas buscan
oportunidades en la base de la pirámide, mientras que los dueños de la
propiedad privada son menos idealistas, más conservadores, al que Usted le da
el apodo de derechistas en la cima, que buscan proteger sus pertenencias.
En una entrevista como la realizada es difícil
explicar la complejidad de la economía social en términos sencillos. El número
de variables excede tres, lo que Daniel Patrick Moynihan definía como un problema
super complejo (tres variables es un modelo complejo, según DPM). Si mal no recuerdo, Napoleón me preguntó acerca de la validez
de los términos derecha e izquierda, a lo cual respondí que francamente hoy en día
se usan más como epítetos que como definición de ideología. Esta pregunta surge
de una parte del libro en donde argumento que los derechos de oportunidad son
los que caen bajo el manto del llamado izquierdismo y los derechos de propiedad
bajo el llamado derechismo. Debido a que la naturaleza de la humanidad es
definida por sus etapas de infancia, juventud, madurez y vejez, es observable
la correlación entre jóvenes buscando oportunidades y mayores protegiendo sus
activos acumulados, sean tradiciones, morales o monetarios. La interpretación que
usted aparentemente sugiere es que yo dije que los viejos son derechistas y los
jóvenes izquierdistas. Eso se parece a lo que quise decir, pero no lo es exactamente.
Aquellos que ofrecen proteger y ampliar las oportunidades para el desarrollo individual
son acogidos por los que desean tener nuevas oportunidades o piensan que se las
han quitado, sean jóvenes o no. Generalmente la demografía en busca de
oportunidades es mayoritariamente joven, y en Latinoamérica la pirámide etaria
tiene una amplia base, por lo tanto ese mensaje de oportunidad, el clásicamente
izquierdista, reverbera en este continente. Pero el triangulo de Hayek al cual
yo me refería es otra dimensión de variables. Él coloca en cada vórtice conservadores,
progresistas y liberales (identificándose a sí mismo como liberal). Su tesis
era que los conservadores y los progresistas quieren mejorar la sociedad obligándola
a adoptar sus dogmas, sean conservadores o progresistas, mientras que los
liberales consideran que forzar dogmas de comportamiento social o económico obstaculiza
el desarrollo del bienestar individual y. por ende, el colectivo (esencialmente
el mismo paradigma de la mano invisible de Adam Smith). Los extremos del dogma progresista
y el conservador se ilustran con las autocracias sostenidas en la Unión Soviética
y con la Inquisición Medieval. La crítica que se le hace a este modelo de Hayek
es que en el extremo liberal se desarrolla el anarquismo el cual, creando un vacío
de poder, es vulnerable a otras autocracias dogmáticas. Era este triangulo al
cual me refería en la entrevista, no la pirámide etaria. Este es el triángulo en
cuyo centro se encuentra la democracia, siempre en pugna hacia cualquiera de
los extremos, y generando el caos creativo y renovación que produce el mayor
bienestar social.
¿Qué piensa de ese esquema piramidal del que
habla en el contexto de una república, no de una democracia, y de un líder
populista de derecha que ha alcanzado la cima del poder en ese escenario? ¿Cómo
terminaría esa película?
Hoy día se habla mucho acerca de la diferencia entre república
y democracia suponiendo, o insinuando, un valor superior en la manera de
gobernar de una sobre la otra. Si buscamos la diferencia esencial, nos
encontramos con ideales cuasi platónicos que definen una como un sistema institucional
en donde los poderes del estado se ejercen con representantes del poder
soberano (los ciudadanos) escogidos mediante el voto, con pesos y contrapeso
que defienden las instituciones, y con el gobierno basado sobre leyes
establecidas y precedente institucional. La democracia pura, es decir directa (como
ha sugerido Elon Musk instituir en sus colonias en Marte) no tiene esa
institucionalidad, precedente y legado, y fácilmente puede caer en la llamada “tiranía
de las mayorías” con plebiscitos a diestra y siniestra – mob rule. Estipulando
entonces que una republica es mejor manera de gobernar (y difícil de
mantener) que una democracia pura (imposible de mantener), pasemos a la cuestión del líder populista.
El líder populista, sea que diga que protege los derechos de
propiedad o los derechos de oportunidad, combinado con tendencias conservadoras
o progresistas (los liberales rara vez son populistas, llegan al poder por el
hartazgo del soberano con los otros vértices del triángulo de Hayek – caso Milei
o MCM), tiene dos opciones una vez que llega al poder: romper la
institucionalidad republicana para mantenerse en el poder, o someterse al
juicio de los votantes de una república con fuertes instituciones. Por eso, y
porque -como argumentaba anteriormente- todo candidato para llegar al poder debe
tener algo de populista, la democracia institucional con alternabilidad y rotación
de ideologías (el caos creativo que genera bienestar social), siempre está en
peligro. Recae sobre el soberano, los ciudadanos de la nación, elegir a representantes
que defiendan a las instituciones (siempre perfectibles) en vez de aquellos que trasparentemente
buscarán mantenerse en el poder eternamente. Cabe mencionar en este momento la referencia hecha durante la entrevista al “Poder Moral” al que aludía Simón Bolívar, una
serie de escribas independientes que registran la actuación moral, o no, de los
representantes en los otros poderes de una nación. Es decir, la prensa libre e
independiente.
Finalmente, pensar que la película termina es no darse
cuenta de que el proceso de gobierno y el avance social y económico es un
proceso interminable, inacabable, sin fin y perfectible cuyo modus operandi
es el probar, errar, corregir. La naturaleza humana prefiere el orden predecible (terminar la película) a la incertidumbre caótica (el interminable valle de lágrimas), pero es en ese caos, en esa destrucción creativa de
la cual hablaba Schumpeter refiriéndose al capitalismo, allí es que existe la innovación
y el avance en todos los aspectos sociales y económicos de una sociedad.
Estancarse es morir. La película no acaba.
En segundo lugar, en el minuto 26:43 usted habla
de que China ha hecho cambios y difiere sustancialmente de otras naciones
comunistas en su manejo de la economía, aunque concluye que no va bien.
Si uno considera el buen gobierno, la
planificación económica central o las fuertes inversiones en educación e
infraestructura como medio para alcanzar un fin, entonces el modelo chino es
uno de los más eficaces de la historia de la humanidad. A pesar de su liderazgo
tiránico, el modelo chino tuvo como resultado la extracción de la mayor parte
de su población de la pobreza extrema - al menos la mitad de su población, es
decir, 800 millones de personas - a una fuerte clase media y una clase rica
sustancial en un período de tiempo muy, muy corto: ¿sería el modelo chino uno
de los mejores modelos del mundo? ¿Sería un buen modelo de gobierno o una buena
política económica? ¿Es sostenible?
Menos tiránicas pero similarmente efectivas son
las historias de Taiwán, Corea del Sur, Singapur y otros Tigres Asiáticos,
aunque todos ellos tuvieron, en su momento, un liderazgo autocrático que los
llevó a donde están ahora.
El “modelo chino” es atractivo y hace algún tiempo yo también
lo encontraba seductor. Los resultados evidentes de mejora en el bienestar social
efectivamente lo hacen digno de estudio profundo y sinceramente no he hecho ese
estudio, pero si estoy familiarizado con la idea. El presidente chino, Xi
Jinping, está convencido de que la hegemonía de los modelos sociales y económicos
de occidente durante los últimos 200 años son un paréntesis histórico en la supremacía
china sobre el mundo, y está haciendo su parte para restaurar esa supremacía.
No es único en esa visión, puesto que ya hace unos cuarenta años un alto
dirigente chino, Chou En-Lai respondió al preguntársele que opinaba acerca de
la revolución francesa y respondió que era demasiado pronto para llegar a
conclusiones. Esa perspectiva histórica de los lideres chinos se manifiesta hoy
día en el expansionismo económico que ha mantenido durante los últimos diez años
(abiertamente), y con la bienvenida de muchos receptores de ese expansionismo
por suponer que “el modelo chino” puede ayudar al bienestar propio de su país.
No debemos dejar de recordar que China sufrió bajo el régimen
del PCC de Mao una de las peores hambrunas del mundo en los años 60 del siglo pasado.
Esto, en combinación con la purga de la revolución cultural y la caída del muro
de Berlín creó las condiciones para el cambio del modelo de uno autocrático-comunista
a uno autocrático-capitalista, esencialmente promovido por Deng Xiao Ping, el primer presidente chino que visitara a los EE.UU. Las
instituciones creadas por el PCC se mantuvieron y mantienen, pero ante la desintegración
de la Unión Soviética, y el temor a la recaída en la disfuncionalidad económica
que causó la hambruna, la apertura a occidente fue inevitable. La incorporación de China a la economía mundial
comienza con su designación como MFN condicional en los años 80, y así comienza
el despegue económico. Es su aceptación del
modelo occidental de desarrollo lo que le permite modernizarse.
Ese modelo aceptado tiene sus condicionantes. El
occidente celebra la casi infinita mano de obra barata que ofrece China y se
dedica a invertir construyendo fábricas de todo tipo. Occidente también ve con
ojos ambiciosos el potencial de un enorme mercado consumidor, fácil presa de
las baratijas brillantes que ofrece– o así pensaban muchos. Pero el liderazgo chino ve la apertura de otra
manera, utilizando espionaje industrial y simple copia, comienza a producir sus
propis clones de los productos occidentales e impone barreras formidables a la penetración
del mercado chino por las empresas occidentales. Al mismo tiempo conduce un
gran programa de capacitación técnica y administrativa, becando a decenas si no
cientos de miles de jóvenes leales a estudiar en las mejores universidades de
occidente. Todos estos factores que permiten el despegue económico chino son
irrepetibles en cualquier otro país que pretenda emularlo, comenzando por el tamaño
del mercado interno, salvo India, que no parece tener planes hegemónicos mundiales,
y también ha logrado un cierto despegue económico bajo una forma de democracia perfectible.
El engaño de la ilusión del modelo chino que vende ese país, es tentador para países
pobres y con liderazgo autocrático, puesto que ven su posibilidad de mantener el
poder, pero despegar económicamente. Eso es una ilusión; el caso de China es único,
su despegue se inicia al aceptar las ideas de desarrollo y economía occidentales,
y su autoengaño acerca del bienestar producido por la economía dirigida y la
sociedad estratificada comienza a derrumbarse. Las ciudades fantasmas,
despobladas y en desuso son apenas un signo evidente y superficial de la enorme
corrupción e ineficiencias generadas por “el modelo chino”. Los vaivenes de su
mercado de valores manipulado han destruido fortunas. La supercomputadora del
mercado libre es imposible de controlar de manera eficiente y la mano invisible
castigará esas ineficiencias. A largo plazo (y recordemos lo que el corto plazo
es para los chinos) su modelo económico no es sostenible. La planificación central,
el monopolio estatal, y el adoctrinamiento de la población a favor de un modelo
de castas determinadas por la lealtad al partido (La India tiene un problema
similar) no es sostenible.
¿Qué piensa sobre la aplicación de esas políticas
inicialmente autocráticas – en conjunto – a los países latinoamericanos y
específicamente a la Venezuela post-chavismo? ¿Sería posible, seria cultural,
ética de trabajo, caudillismo, religión?
Nuevamente, reitero, el modelo chino es malentendido,
y esa mala interpretación es generada por la misma China mediante propaganda que
hace pensar que es un modelo alterno al modelo de libre mercado y democracia. Muchas naciones, con la excepción casi explicable
(pero no es el momento) de los EE.UU., tienen su origen como nación-estado con
un régimen autocrático estableciendo el monopolio de la violencia dentro de sus
territorios. En el caso venezolano, Juan Vicente Gómez es el que unifica a
Venezuela como estado-nación. Esa es una etapa superada, pero es posible que en
un escenario post-chavista sea necesario nuevamente unificar el país mediate
ciertas tácticas generalmente indeseables, violentas y cuasi autocráticas. Existen
otros escenarios de reconciliación que no nos regresan a los tiempos de la
Lucha Armada, mucho menos a los inicios el S. XX y Gómez. Recuperar el monopolio
de la violencia puede lograrse bajo un régimen democrático, sin necesidad de tácticas
autocráticas exageradas. Podemos ver el ejemplo de Polonia o África del Sur y.
posiblemente, veremos algo que aprender en la Siria post-Assad. Ciertamente espero que haya lecciones aprendidas del fracaso de la no-reconciliación en el caso del Irak post-Saddam.
No me gusta especialmente citar o recordar a Bolívar,
por su asociación a la excesiva e hipócrita referencia que tantos hacen de él, pero
él lo tenía claro: la creación de republicas aéreas que no contemplen la realidad
cultural, la ética de trabajo, la fascinación con el caudillismo, y la relación
con la religión de los habitantes de nuestro país, está condenada al fracaso.
No hay modelo chino, o estadounidense o europeo que valga. El modelo que
debemos seguir es el modelo venezolano, y este todavía está por cuajar. Es un modelo
con sus raíces en los cuarenta años de democracia perfectible que vivimos, los años
que nos demostraron el verdadero potencial de Venezuela.
Espero que haya logrado responder de
alguna manera las inquietudes generadas por la entrevista y que amablemente me
hiciste.
En las primeras
semanas de enero de 1958 mi tío fue detenido por la Seguridad Nacional,
la policía política del régimen de Marcos Pérez Jiménez.El primero de enero de ese año había ocurrido
un fallido intento de golpe por un grupo de militares con simpatías comunistas (era
la época de la Guerra Fría), encabezado por el Coronel Hugo Trejo.
En los sótanos del
palacio presidencial de Miraflores, mi tío me relató que hizo amistad con gran
cantidad de futuros dirigentes de la democracia venezolana, los cuales habían sido
recogidos como parte de la represión iniciada tras ese intento de golpe, y como respuesta
del régimen ante la creciente inestabilidad política. La oposición civil
clandestina organizó en esos días, mediante volantes impresos en mimeógrafos clandestinos
y pintas en la calle, una huelga general y otras movilizaciones que el régimen trató
inútilmente de reprimir. La caída ocurre cuando en la Escuela Militar los
cadetes se organizan en contra del régimen, el tirano ordena al ejército
disparar contra los cadetes, y los comandantes del ejército desobedecen la
orden.
El 23 de enero de
1958 amanece Venezuela sin dictador. Las puertas de las mazamorras se abren, y
mi tío ve el sol brillar nuevamente.[1] Lo
que la oposición civil y la disidencia militar no habían podido lograr por su
cuenta, derrocar al régimen, se logró cuando ambos se unieron con el fin de
derrocar una tiranía corrupta y autoritaria cuyos líderes ponían sus intereses
propios por encima de los intereses de la nación, iniciándose así la era del
experimento democrático de Venezuela que duró cuarenta años.
Debido a que a ese
régimen no le interesaba realmente la nación venezolana, la falta de una transición
ordenada resultó temporalmente en violencia callejera y anarquía, con la consecuente
sangre derramada, en su mayoría de adeptos al régimen que no pudieron embarcarse
clandestinamente a un exilio dorado.
El régimen que
actualmente azota las libertades y los derechos de los venezolanos ha
emprendido una ola de represión y encarcelamiento arbitrario que supone es una demostración
de fuerza, cuando lo que demuestra es su debilidad. Supone, que al igual que en
Cuba suponen sus líderes, lo que hace falta es unos cuantos perros ladrando
para conducir un gran rebaño de ovejas. Subestima el régimen la capacidad de
una nación que canta y entiende la letra de su himno nacional, cantando
vigorosamente estrofas como “abajo cadenas” y “el pobre en su choza, libertad
pidió” al igual que la temporalidad del “vil egoísmo”. Subestima el régimen a una
nación que prende una vela, enciende una luz, que no apagará hasta que la
libertad regrese para todos los prisioneros políticos.
La tragedia
venezolana bajo la satrapía actual toca de manera personal a cada uno de
nuestros ciudadanos, algunos más de cerca que a otros, y algunos más trágicamente
que a otros, aunque ninguna tragedia personal es pequeña. Recientemente una
persona con la que he interactuado frecuentemente durante los últimos cinco
años o más, y le tengo afecto hasta paternal, fue apresada de manera escalofriante e
injustificable por esbirros del régimen. Hasta hoy está desaparecida. Sus
logros en la lucha por la libertad han sido crecientes durante ese periodo en que
la he conocido, y es una joven que, para mí, representa el futuro posible de Venezuela,
con amor de patria (y del beisbol). No quiero minimizar de ninguna manera la
importancia de cualquier otro preso político, desde Rocío San Miguel hasta
Freddy Superlano, Dignora Hernández y Henry Alviarez, o los recogidos por demostrar
su patriotismo en cualquier marcha estas semanas. No quiero minimizar la
tragedia personal que representa estar asilados y asediados en la embajada de
Argentina, con incertidumbre diaria acerca de las intenciones del régimen; de
ninguna manera quiero que se olviden a los más de 20.000 caídos por violencia del
régimen, desde Bassil Da Costa, y tantos otros más derramando sangre en el asfalto
de protestas cívicas, incluyendo un primo de mi esposa, hasta los asesinados
por las PLO como venganza hamponil y consolidación del poder de pranes aliados
al régimen. Para mí, sin embargo, la detención de María
Oropeza es casi como que me hubiesen secuestrado a mi hija. Enciendo mi
vela de libertad por ella y, con ella, por todos los otros detenidos
arbitrariamente y sin debido proceso bajo leyes apegadas a derechos civiles y humanos
básicos bajo cualquier definición de sociedad civilizada.
[1]La ola de detenciones políticas y arbitrarias desatada fue
contraproducente para la estabilidad y resaltó la profunda ilegitimidad del régimen
ante sus mismos partidarios. Mi tío no era activista político ni tenía afiliación
partidista, era un comerciante que había sido arrestado al visitar como amigo de
la familia a la esposa de un detenido político y militante copeyano que acababa
de dar luz a un bebé. Esta anécdota la detallo en la primera sección de mi libro
La Venezuela imposible.
La elección
del 28 de julio del 2024 eliminó toda posibilidad de credibilidad democrática del
PSUV. Cualquier miembro del partido que pensaba que podía coexistir con la facción
elitista del partido y con la oposición democrática para propagar los ideales sociales
de Chávez dentro de un sistema pluralista, debe reconocer en este momento que
esa posibilidad es nula. Maduro es un dictador sanguinario que hará todo lo que
considere necesario para mantenerse en el poder, desde un descarado y obvio fraude
electoral y la detención arbitraria de oponentes y sus seguidores, hasta el uso
de mercenarios armados para la represión asesina de la protesta cívica. Ya no
es solamente que “el mal chavista” está en el poder, cosa que pudiera solucionarse
dentro de un sistema democrático, sino que “el verdadero chavista” se aferra al
poder, demostrando la estirpe original de Hugo Chávez como el antidemócrata primigenio,
conspirando contra la democracia venezolana desde 1983 bajo el Samán de Güere.
Este verdadero legado de Hugo Chávez destruye cualquier capacidad que la elite del PSUV pueda tener
convivencia en un sistema democrático. Todo defensor de la constitución y la democracia observando las acciones de Maduro desde ese domingo, sabe lo que esta sucediendo: la usurpación del poder por un autócrata que ignora descaradamente la soberanía popular. El legado actual de Maduro es la destrucción del PSUV como participante creíble en un sistema democrático, la destrucción del partido como tal. Cualquier miembro del partido con anhelo de convivencia democrática saldrá del mismo, "por las buenas o por las malas" por no tener futuro en el mismo.
La campaña
de la oposición contra el gobierno ideada hace alrededor de dos años tuvo un
objetivo claro: la unificación y reconciliación del país. Este objetivo busca
aliviar el gran malestar de fondo que cansa y mantiene al país en una depresión
emocional (y debilidad económica) desde hace 10 años al menos, y originado por
las prácticas implementadas por el chavismo durante los 12 años anteriores. Este
objetivo de campaña se instrumenta en la unificación de la oposición y el
mensaje de reunificación familiar, que incluye reunificar a los que se fueron a
buscar fortuna a otras tierras con su familia que se quedó, y reunificar a los que
fueron separados por la guerra psicológica civil divisionista del chavismo, enfrentando
hermano contra hermano, padres contra hijos, y vecino contra vecino en su misma
patria. Esta reunificación y reconciliación
busca hacer al país en uno fuerte y unido contra aquellos que pretenden
dividirlo y expoliarlo para su propio provecho mediante execrable corrupción adminstrativa
o condenable corrupción criminal. Se dice fácil, pero tiene práctica difícil:
en la unión está la fuerza. Es mucho más fácil dividir y destruir -la táctica del
PSUV para lograr y mantenerse en el poder- que unir y construir, el mensaje de
la oposición liderada por Maria Corina Machado.
La farsa democrática
del régimen se basa sobre un fraude electoral que cree que dará legitimidad a
su pretensión de mantenerse en el poder. El régimen pretende crear una ilusión de
democracia mediante unos resultados evidentemente fraudulentos, y proclama a
cuatro vientos que celebrar elecciones demuestra que son demócratas. Pero al
igual que su pretensión de legitimidad democrática por el voto nos demuestra su
irrespeto a la soberanía popular, sus acciones contra los otros factores que
conforman la democracia revelan su talante antidemocrático: la represión de la voz
de protesta pacífica, el irrespeto a la ley por igual para todos, y la carencia
del debido proceso, incluso contraviniendo acuerdos internacionales suscritos. La falta de libertad de asamblea, libertad de expresión,
igualdad ante la ley y apego a la misma son evidente señal de régimen autoritario.
En esto, Maduro ha demostrado ser peor que Pinochet, y fiel seguidor de los
sanguinarios autócratas que usurparon la revolución cubana.
La destrucción
de la credibilidad democrática del PSUV recae directamente sobre el triunvirato
de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez. Cada uno tiene sus razones propias para
aferrarse al poder, pero su complicidad antidemocrática y anticonstitucional es
común. Los defensores de la democracia y los defensores de la constitución tienen
ahora un objetivo común: la verdadera restauración de la democracia y la reconstrucción
del país apegados a las leyes y las normas que harán a este un país unido y fuerte.
Los gruñidos, coletazos y zarpazos de bestia acorralada son peligrosos y poderosos, pero la verdad, la voluntad y la persistencia de la ciudadanía
venezolana prevalecerá sin duda. La oposición alzó su voz y voluntad fuerte
contra el régimen, muchos individuos, instituciones y naciones la acompañarán
para y hasta derrocar la satrapía y regresar a la verdadera paz y prosperidad
que el país merece y anhela, rechazando el legado antidemocrático de la empresa Hugo Chávez Frías & Sucesores.
El miércoles 24 de julio del 2024, fui invitado a presentar el libro "EL PODER DE LA MATEMATICA, de Guillermo Salas Delfino en la sede del Interamerican Institute for Democracy, en Miami. Los otros panelistas de este conservatorio fueron el autor, Guillermo Salas Delfino, Ana Mercedes Díaz, Maibort Petit, Paciano Padrón y Ana Teresa Morrín. Este es el texto de mi presentación:
Estimado Guillermo Salas Delfino, autor del libro que nos reúne hoy aquí. Distinguidos
panelistas, apreciada Beatrice Rangel, moderadora de este evento, distinguido
Dr. Carlos Sánchez Berzaín, director ejecutivo del Interamerican Institute of Democracy, estimados asistentes, aquí en este momento, y en el ciberespacio en
cualquier momento. Muchas gracias por permitirme presentar este libro, este
estudio, este minucioso análisis de Guillermo Salas acerca de los métodos de fraude
electoral detectados en el Referendo Revocatorio de la presidencia de Hugo Chávez efectuado el 15 de
agosto del 2004, y que tiene especial repercusión hoy, a cuatro días de la elección presidencial en
Venezuela.
Así es, faltan cuatro días; y vamos a ganar. ¡Vamos a ganar! Ese es el hashtag, la
arroba, el lema que usa la oposición democrática al régimen de Maduro en las
redes sociales para transmitir un gran optimismo que se basa en la movilización masiva del electorado
evidenciada en las manifestaciones de calle en todos los rincones del país, y en las encuestas
publicadas y difundidas que presentan la opción de Edmundo González Urrutia como la
opción ganadora este domingo, con un promedio de ventajas de alrededor del
20%.Así es. Vamos a ganar; a
menos que…
Confieso que cuando me presentaron este libro mi piel escéptica se puso de
gallina.El problema con las teorías conspirativas es que
hay tantas que hacerle caso a una de ellas es francamente abrirle la puerta a
la madriguera del conejo y caer en un mundo de fantasías alocadas que, a
pesar de satisfacer sesgos e ideas fantásticas, crean una burbuja alrededor de
uno que, rodeados en un país de maravillas, no nos permiten ver la
realidad. Por eso, para mantener la razón, es mejor mantener
nuestro escepticismo en alerta roja de manerapermanente. Mis notas al margen de mi ejemplar del libro, a medida que lo
iba leyendo, así lo demuestran. Me preguntaba, ¿será este un libro más pretendiendo sostener
alguna teoría conspirativa alocada que, a fin de cuentas, favorece al régimen al crear desconfianza
en uno de los principales instrumentos de la democracia, el voto popular? ¿Qué el voto no cuenta, que
no vale la pena votar? ¿QuéMaduro no sale con elecciones?
Siempre he sido bueno en matemáticas. En el colegio mis notas siempre eran
estelares en esta materia y siempre era eximido de presentar el examen final. Mi
clase más anticipada cuando bachiller fue la de cálculo integral. Mi
carrera profesional como arquitecto combinó mis dos pasiones, la matemática y el arte. Eventualmente, al cursar mi maestría, me topé con Elías Osuna, un genio de la
estadística, y me mente matemática se enfrentó a la incertidumbre de las
probabilidades.
El pensamiento matemático racional y la observación diaria nos lleva a la
conclusión de que la suma de dos verdades a medias nunca resulta en una verdad entera.
Que, si entre los factores presentados en combinación uno de ellos es cero,
una falsedad, su producto debe ser cero. Probablemente.
Por eso comencé a leer este libro con gran recelo. Por eso termine
de leer este libro con gran satisfacción. Guillermo Salas
Delfino, utilizando el método científico, demuestra con un
alto grado de confiabilidad y con una incertidumbre que se aproxima a cero, que,
durante el revocatorio del 2004 para rechazar el mandato presidencial de Hugo Chávez, el sistema electrónico de recopilación y tabulación de votos operó de manera fraudulenta
a favor de la propuesta “NO”, la que mantendría a Chávez en la presidencia. Los
votos “NO” fueron abultados, y los votos “SÍ” fueron mermados,
arrojando un resultado con una diferencia porcentual de casi 20% a favor de
mantener a Chávez como presidente. Estos hechos son sistemáticamente demostrados
mediante el poder de la matemática en este libro.
El libro incluye intriga académica acerca de la publicación Statistical
Science, la cual publicó en el 2011 un ejemplar parcialmente dedicado
al análisis estadístico de esta elección con cinco artículos sobre el tema. Este
número especial incluye un artículo de Guillermo Salas y Gustavo Delfino, antecedente
de este libro que discutimos hoy. Otros tres artículos en aquella revista
llegan a la misma conclusión de fraude, mediante otras metodologías, mientras que uno de
ellos busca descartar estas demostraciones. Esta parte del libro de Salas, la
dedicada a la intriga académica, es interesante, e incluye razones por las
cuales el artículo que niega el fraude, y que describe las anomalías detectadas como no
significativas, tiene errores de fundamento. La discrepancia, rivalidad y hasta
sorna entre académicos, es usual en el medio y eso es de esperarse, especialmente en un
campo dedicada a cuantificar las probabilidades y a disminuir la incertidumbre en
asuntos políticos de gran trascendencia. Como dice el autor del artículo a favor de la hipótesis nula, la hipótesis de que no hubo
fraude, el costo de errores en el análisis de resultados electorales puede ser muy
alto para una sociedad, legitimando una elección fraudulenta o apoyando
reclamos injustificables, con las consecuencias negativas que cualquiera de
esas alternativas acarrea.
Uno de los artículos en aquel número de Satisrical
Science tuvo como autores a Ricardo Haussmann y Roberto Rigobón, a quienes también conocí al mismo tiempo que Elías Osuna en el IESA. El artículo de ellos se basa
en un análisis de la elección que ellos condujeron, por decirlo así en caliente, por
encargo de la Asociación Civil Súmate para recabar y
analizar la información durante el proceso. Súmate es la fuerza cívica que estuvo detrás de la organización del Firmazo, el
Refirmazo, y el Referéndum Revocatorio Presidencial. El fiirmazo fue
la recolección de firmas inicial entre los inscritos en el Registro Electoral
Permanente, el REP, solicitando la convocatoria del referéndum. El refirmazo se
realizó con el mismo propósito, puesto que la primera recolección fue desechada por el Consejo
Nacional Electoral, el CNE.
La metodología Hausmann y Rigobón es distinta a la utilizada
por Salas, pero eventualmente llega a la misma conclusión: la probabilidad de
fraude se acerca al 100%. Me gusta la breve definición que ellos utilizan
para definir “fraude electoral”; que el resultado oficial de la votación no refleja la intención del electorado. Utilizando
la misma base de datos de electores firmantes utilizada por Salas, pero usando
encuestas a Boca de Urna, la conclusión es la misma: hubo fraude. La intención del electorado fue
frustrada.
El libro de Salas detalla muy bien la base matemática y la
infraestructura administrativa y tecnológica mediante la cual
se frustró esa intención del electorado y se manipularon tanto las auditorías en caliente como
las realizadas tres días después. Coinciden Hausmann y
Rigobón con las conclusiones de Salas sobre las auditorías, y refutan los
argumentos del Centro Carter sobre las mismas de manera contundente.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué hacer ante este
poderoso mecanismo detallado por Guillermo Salas en su libro, “El poder de la
matemática”?
El fraude y la manipulación electoral no ocurren con un solo elemento. El informe de Súmate acerca del proceso,
desarrollo y ejecucion del revocatorio, relata todas las instancias que utilizó el régimen para tratar de
impedir, confundir e intimidar al electorado para que votase a favor de
mantener a Chávez en el poder, antes de contar los votos. La manipulación electrónica detectada y
detallada en este libro es apenas una de las herramientas del régimen para influenciar
los resultados y frustrar la intención del electorado el día de las elecciones. Otras
son la manipulación del REP, y la mudanza arbitraria de mesas electorales.
Pensaría uno que, tras 20 años en uso, el régimen tiene práctica en esto de
manipular elecciones. Casi pensaría uno que ni vale la pena votar, porque ya el
guiso está sancochado. Casi pensaría uno que un libro cómo este descarta de
plano la solución democrática para salir del régimen autoritario que durante casi un cuarto de
siglo somete al pueblo veneolano, chupando su sangre y creando miseria. Que no
existe salida electoral. Que solo nos queda rasgarnos las vestiduras. Francamente,
sin embargo, no creo que esta deba ser la conclusión a sacar del libro.
Las elecciones presidenciales del 23 de abril del 2013, e incluso las de
diciembre del 2012, tuvieron irregularidades que son explicables aceptando la
hipótesis alternativa: la hipótesis de que hubo fraude. La participación electoral fue casi
del 75% en el 2013 y la diferencia ganadora, tras la manipulación, que por cierto se
detalla en este libro mediante un affidavit jurado de Leasmy Salazar, un
converso del régimen, fue de apenas 1,5%. Sudaron para sacar ese resultado. Es de hace
notar, que entre 1998 y el 2008 hay un salto anómalo en el crecimiento
del REP, el cual históricamente crece a un ritmo de alrededor de un
2.5%. En ese período, entre 1998 y el 2008, creció casi un nueve por ciento
interanual. Este periodo, por cierto, incluye el 2004, el año del referendo
revocatorio, y, por qué no decirlo, el año 2000, el año de la primera elección de Chávez bajo la nueva
constitución. Esa ola de crecimiento, explicable nuevamente por la hipótesis alternativa, se
comienza a absorber hacia las elecciones del 2012 y del 2013, dificultando el fraude
por duplicación de votos (también insinuado en el libro y en el informe Carter mediante
el uso del capta huellas). Vemos por eso que dos años después, en el 2015, con una participación electoral para las
elecciones parlamentarias también de alrededor del 75%, la derrota del régimen es masiva, casi
19% de diferencia, un margen a prueba de fraude. Las irregularidades en el
proceso y la oposición dividida disminuyen la participación electoral a 46% en las
elecciones del 2018, margen del cual el régimen obtiene dos
tercios de los votos. Es decir, Maduro fue electo en el 2018, oficialmente, con
un 30% del electorado, de electores inscritos en el REP, una representación, usando un término histórico del chavismo, escuálida.
Las elecciones recientes en Venezuela tienen tendencia irreversible en
contra del régimen, siempre y cuando el voto sea masivo, la participación alta. Esa
es la primera herramienta para derrotar al fraude: el voto. La segunda es la
organización en los centros de votación para establecer y demostrar la intención del electorado, para
lo cual el Comando Venezuela ha hecho una labor extraordinaria. En esto, la
lección de las elecciones robadas a Andrés Velázquez para la gobernación de Bolívar y el artículo de Haussmann y Rigobón establecen una ruta a
seguir para determinar esta intención, y el comando ha creado mecanismos para seguirla,
siempre y cuando la ciudadanía utilice masivamente aquella primera
herramienta: el voto.
La confianza en su capacidad de cometer fraude e ignorar el poder y voluntad ciudadana ha derrocado a regímenes autoritarios desde Polonia y Suráfrica hasta las Filipinas
y Chile, y en la misma Venezuela, un país que todavía mantiene su memoria democrática. Es muy probable
que, a pesar de los esfuerzos más viles del régimen, esto ocurra en
Venezuela este domingo si hay una participación masiva del electorado;
la intención del régimen será derrotada, la intención del electorado prevalecerá. “¡Vamos a Ganar!”
será un hecho cumplido este domingo. El lunes, comenzará un nuevo camino escabroso
y empinado, el que nos llevará hasta el 10 de enero del 2025, inicio de la restauración
del país a uno con democracia y libertad, en paz y prosperidad.