Desde que se implementaron las políticas de control y cambio
social por el régimen de Chávez-Maduro en Venezuela, cerca de 40.000 personas han
sido asesinadas a sangre fría ya sea por "justificaciones" impulsadas por el afán
sectario ("divide y vencerás") del régimen enfrentando clases sociales del país [1]; durante las OLP, "operaciones de liberación del pueblo" esencialmente guerras
entre pandilleros; o en ejecuciones extrajudiciales de manifestantes y
opositores políticos – sobre el asfalto o en mazmorras. Eso, sin dejar de
mencionar el masivo éxodo migratorio de millones de venezolanos en búsqueda de
su felicidad (y de sus familias) en tierra extranjera.
Ese control y cambio social generador de víctimas ejecutado por el gobierno, bajo la ilusión de tener la capacidad de conducir el pueblo hacia un mundo feliz, es la antítesis de la libertad. Venezuela no es un país libre. Venezuela no es un país en donde cualquier individuo pueda aspirar a crear su propio futuro, desarrollando su potencial y su voluntad para tener una vida mejor para sí y los suyos. Venezuela es un país en el cual la autoridad del régimen de gobierno pretende dictar las reglas que le parezcan de un momento a otro para implementar un férreo control sobre la sociedad, en esa vana ilusión de crear Un Mundo Feliz. Y por eso hay oposición.
Todo ser humano tiene esa aspiración, la de crear una
mejor vida enfrentando las barreras y obstáculos naturales interpuestos por la
vida. Cada individuo busca oportunidades y maneras de sortear estos obstáculos
y barreras, creando distintos resultados individuales, pero mejorando la
sociedad como un todo por sus esfuerzos. El modelo de desarrollo y bienestar
social centralizado en un grupúsculo de planificadores pretendido por el
régimen no tiene ni la capacidad ni la flexibilidad de la gran multiplicidad de
individuos que conforman una nación; nunca podrá ser mejor que una sociedad en
libertad. Friedrich von Hayek, en entrevista realizada en Caracas (1981) [2] lo
decía de manera clara:
El sistema capitalista… debe [su] capacidad de adaptación a una
infinidad de variables impredecibles, y a su empleo, por vías automáticas, de
un enorme volumen de información extremadamente dispersa entre millones y
millones de personas … que, por lo mismo, jamás estará a la disposición de
planificadores. En el sistema de economía libre, esa información puede decirse
que ingresa en forma continua a una especia de supercomputadora: el mercado…
Allí es procesada de una manera no solamente abrumadoramente superior como
usted expresó, sino de una manera realmente incomparable con la torpeza
primaria de cualquier sistema de planificación.
Capitalismo y libertad van de la mano. A pesar de
haber intentos de “capitalismo planificado” en países como China, Cuba y la
misma Venezuela, típicamente son para efectos propagandísticos en el caso de
Mini/micro-empresas, mercados “negros” para solventar escasez e ineficiencias
de los mercados oficiales, o maneras de canalizar favores del y para el estado
– la corrupción a gran escala. En Venezuela este último grupo caracteriza a los
llamados “bolichicos”, entre otros calificativos. La arbitrariedad de cualquier
régimen bajo planificación central hace la amenaza de intervención o clausura una
espada de Damocles para cualquier entidad proto-capitalista permitida. En China,
Jack Ma y la intervención del estado en Ali Baba ejemplifica de manera clara esta autoridad arbitraria. En Venezuela se vio
recientemente con multas y clausura de hoteles, areperas o transportistas que cálidamente
acogieron o prestaron sus servicios a la líder opositora Maria Corina Machado
durante la campaña presidencial del 2024.
El régimen que gobierna a Venezuela pretende coartar
la libertad a cambio de una prometida prosperidad colectiva. Esa prosperidad se
ha basado en las promesas pasadas y futuras de la repartición controlada de
bienes y riquezas que el gobierno (¿mágicamente?) canalizará y distribuirá a la
sociedad como un todo. El régimen ha estructurado las instituciones y fuerzas
del estado basado en esa promesa inalcanzable del socialismo profundo: el gran
estado de bienestar. El pueblo venezolano ya no se come ese cuento.
El voto masivo con los pies por más de ocho millones
de venezolanos que han emigrado del país dice que ellos no se comen ese cuento
de la prosperidad futura prometida a cambio de la libertad. El voto en las
urnas electorales por más de siete millones de venezolanos bajo amenaza de
retaliación dice que ellos no se comen ese cuento de la prosperidad futura
prometida a cambio de la libertad. La oposición al régimen es una oposición a
las instituciones y modelo que éste ha creado y que han llevado a Venezuela al
despeñadero económico y social. La oposición no es de un partido a otro, como
usualmente es en sistemas democráticos. La oposición ni siquiera es acerca de
las metas sociales y económicas del país (aun cuando en el caso del régimen la
promesa de esas metas sean promesas vacías). La oposición es al modelo y
estructuras de poder que ha construido el régimen para mantenerse y enriquecerse
exprimiendo el sudor, sangre y sufrimiento de todos los venezolanos, incluso de
las familias y adeptos que en el pasado se tragaron el cuento de esa promesa (representado dramáticamente en el reciente cortometraje "La Verdad", con Elba Escobar).
El régimen y el modelo no solamente han sido
derrotados en las urnas electorales, han sido derrotados en el corazón y en el alma
de los venezolanos. Los dieciséis millones de venezolanos que han votado de
alguna manera u otra en contra de este modelo de fantasías dirigido por una
banda de criminales se mantienen unidos en el consenso de la necesidad de
restaurar la democracia y la libertad para lograr la paz y prosperidad de la
nación. El régimen está derrotado de mil y un maneras, pero hará todo lo
posible para aferrarse al poder. El régimen pensaba que con los trucos bajo la
manga que tenía, las elecciones del 28J serian un fraude invisible. Bajo el
liderazgo indiscutible de Maria Corina Machado, jugando con las reglas del
régimen, el régimen perdió de manera claramente visible. La juramentación
espuria de Maduro como presidente no lo protege de la marea opositora, de la
decisión soberana del pueblo venezolano. Dividirse ahora como pretenderían el régimen y la oposición cómplice, ceder ahora, es
permitir el desatar de una venganza terrible sobre el pueblo venezolano.
Ceder ahora es deshonrar la sangre y los gritos de las víctimas del régimen en
su inacabable afán de control y cambio. Ceder ahora es permitir una
corrupción que desvía los grandes recursos del país al bolsillo privado de esta
banda criminal que posiblemente piense que algún Genio (¿el G2?) le concedió el
deseo del toque de Midas; pero como aquel legendario rey, sucumbirá por su
propio orgullo y avaricia. Ante la
oposición, el régimen no puede detener la ola de cambio que se le rompe encima,
porque la oposición no es Maria Corina, Edmundo, Juan Pablo, Andrés, Delsa... la oposición es Venezuela, todos unidos, hasta el final.
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[1] No olvidemos a HCF con eso de “ser rico es malo” o su proclamación al
conmemorar el 4 de febrero, en 1999, justificando socialmente al “delincuente
obligado”.
[2] La entrevista, conducida por el periodista y analista Carlos Rangel el 17 de mayo, fue publicada en el diario El Universal en junio. Se incluye como apéndice en libro de Carlos Rangel El Tercermundismo (Monte Ávila, 1982)
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