Analytics

Mostrando las entradas con la etiqueta 2024. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta 2024. Mostrar todas las entradas

domingo, 4 de agosto de 2024

EL LEGADO

La elección del 28 de julio del 2024 eliminó toda posibilidad de credibilidad democrática del PSUV. Cualquier miembro del partido que pensaba que podía coexistir con la facción elitista del partido y con la oposición democrática para propagar los ideales sociales de Chávez dentro de un sistema pluralista, debe reconocer en este momento que esa posibilidad es nula. Maduro es un dictador sanguinario que hará todo lo que considere necesario para mantenerse en el poder, desde un descarado y obvio fraude electoral y la detención arbitraria de oponentes y sus seguidores, hasta el uso de mercenarios armados para la represión asesina de la protesta cívica. Ya no es solamente que “el mal chavista” está en el poder, cosa que pudiera solucionarse dentro de un sistema democrático, sino que “el verdadero chavista” se aferra al poder, demostrando la estirpe original de Hugo Chávez como el antidemócrata primigenio, conspirando contra la democracia venezolana desde 1983 bajo el Samán de Güere. Este verdadero legado de Hugo Chávez destruye cualquier capacidad que la elite del PSUV pueda tener convivencia en un sistema democrático. Todo defensor de la constitución y la democracia observando las acciones de Maduro desde ese domingo, sabe lo que esta sucediendo: la usurpación del poder por un autócrata que ignora descaradamente la soberanía popular. El legado actual de Maduro es la destrucción del PSUV como participante creíble en un sistema democrático, la destrucción del partido como tal. Cualquier miembro del partido con anhelo de convivencia democrática saldrá del mismo, "por las buenas o por las malas" por no tener futuro en el mismo.

La campaña de la oposición contra el gobierno ideada hace alrededor de dos años tuvo un objetivo claro: la unificación y reconciliación del país. Este objetivo busca aliviar el gran malestar de fondo que cansa y mantiene al país en una depresión emocional (y debilidad económica) desde hace 10 años al menos, y originado por las prácticas implementadas por el chavismo durante los 12 años anteriores. Este objetivo de campaña se instrumenta en la unificación de la oposición y el mensaje de reunificación familiar, que incluye reunificar a los que se fueron a buscar fortuna a otras tierras con su familia que se quedó, y reunificar a los que fueron separados por la guerra psicológica civil divisionista del chavismo, enfrentando hermano contra hermano, padres contra hijos, y vecino contra vecino en su misma patria.  Esta reunificación y reconciliación busca hacer al país en uno fuerte y unido contra aquellos que pretenden dividirlo y expoliarlo para su propio provecho mediante execrable corrupción adminstrativa o condenable corrupción criminal. Se dice fácil, pero tiene práctica difícil: en la unión está la fuerza. Es mucho más fácil dividir y destruir -la táctica del PSUV para lograr y mantenerse en el poder- que unir y construir, el mensaje de la oposición liderada por Maria Corina Machado.

La farsa democrática del régimen se basa sobre un fraude electoral que cree que dará legitimidad a su pretensión de mantenerse en el poder. El régimen pretende crear una ilusión de democracia mediante unos resultados evidentemente fraudulentos, y proclama a cuatro vientos que celebrar elecciones demuestra que son demócratas. Pero al igual que su pretensión de legitimidad democrática por el voto nos demuestra su irrespeto a la soberanía popular, sus acciones contra los otros factores que conforman la democracia revelan su talante antidemocrático: la represión de la voz de protesta pacífica, el irrespeto a la ley por igual para todos, y la carencia del debido proceso, incluso contraviniendo acuerdos internacionales suscritos.  La falta de libertad de asamblea, libertad de expresión, igualdad ante la ley y apego a la misma son evidente señal de régimen autoritario. En esto, Maduro ha demostrado ser peor que Pinochet, y fiel seguidor de los sanguinarios autócratas que usurparon la revolución cubana.

La destrucción de la credibilidad democrática del PSUV recae directamente sobre el triunvirato de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez.  Cada uno tiene sus razones propias para aferrarse al poder, pero su complicidad antidemocrática y anticonstitucional es común. Los defensores de la democracia y los defensores de la constitución tienen ahora un objetivo común: la verdadera restauración de la democracia y la reconstrucción del país apegados a las leyes y las normas que harán a este un país unido y fuerte. Los gruñidos, coletazos y zarpazos de bestia acorralada son peligrosos y poderosos, pero la verdad, la voluntad y la persistencia de la ciudadanía venezolana prevalecerá sin duda. La oposición alzó su voz y voluntad fuerte contra el régimen, muchos individuos, instituciones y naciones la acompañarán para y hasta derrocar la satrapía y regresar a la verdadera paz y prosperidad que el país merece y anhela, rechazando el legado antidemocrático de la empresa Hugo Chávez Frías & Sucesores.

--------------


Carlos J. Rangel
twitter: @CarlosJRangel1
threads: cjrangel712

Libros de Carlos J. Rangel:



 


sábado, 11 de marzo de 2023

¿LOS PUEBLOS TIENEN EL GOBIERNO QUE SE MERECEN?

La pregunta que titula y motiva este ensayo surge ante los resultados de una encuesta que está circulando este mes, elaborada por la firma Meganálisis, y que busca establecer la intención de voto hipotética de una candidatura de Chávez para la campaña presidencial. Esa pregunta es: “Si Hugo Chávez estuviera vivo, y fuese candidato Presidencial, ¿Usted votaría por Chávez?”

No tengo por qué dudar de la confiabilidad de la encuesta y el método (teléfono residencial, una persona por hogar), pero dadas las circunstancias del país, los resultados no son sorpresa: casi el 71% de los encuestados responde "NO". El 29% restante se divide entre el "SI" (17%) y el "NO SABE" (12%), con un MdE de 3,86%. Esto no es noticia. Las implicaciones para candidaturas opositoras, sin embargo, francamente lucen poco favorables, dada la historia electoral de Venezuela y su tendencia reciente del voto y participación electoral. Los resultados de esta encuesta son positivos para el chavismo y su eventual candidato presidencial.

Aquellos que no recuerdan la historia están condenados a repetirla, dijo un sabio español que yace en una tumba en Roma, olvidado por muchos. Cuando a Chávez le fue sobreseída la causa por su intento de derrocar al gobierno de CAP y sale de su celda de Yare en 1994, en las encuestas de posibles candidatos a las elecciones de 1998 el comandante tocaba fondo con alrededor de 8% de intención de voto.  Sin embargo, y según cifras oficiales que podemos estipular como confiables, ganó esas elecciones con el 56,20% de los votos tabulados. Esa es la cifra que circula entre los propagandistas y de la que se ufanó en su discurso de victoria en la Plaza del Ateneo, anunciando un nuevo amanecer para Venezuela, declamando que “¡el por ahora, se convirtió en el llegó la hora!”. La que no mencionó Chávez ese día ni circula como dato es la gran abstención en esas elecciones, casi del 37%. Si se calcula el porcentaje de votos obtenidos por Chávez a partir del total del Registro Electoral, su elección de 1998 la ganó con el 33% de los votantes inscritos, un tercio del país. Es decir, casi 70% del electorado no votó por Chávez. Esa cifra está dentro del margen de error de la encuesta de Meganálisis en marzo de este año.  

Las primeras cuatro elecciones de la era democrática en Venezuela tuvieron participación de 95% o más del electorado. Es a partir de 1978 que comienza a disminuir la participación, alrededor del 85% todavía, pero atribuible a los ataques al sistema democrático de pequeños partidos atacando a la “falsa democracia” para restarle votos a los partidos tradicionales. Así comienza la actitud cínica y apática sobre el proceso electoral y los partidos. Toca fondo esta actitud con “el chiripero” en las elecciones de 1993, arrojando una participación de 60% del electorado. Chávez en 1998, con sus promesas redentoras del sistema, logra activar su base electoral, subiendo la participación al 63% de los inscritos en el REP. A partir del 2000 las estadísticas son menos confiables, debido a irregularidades en el registro electoral, y fraudes observables y documentados en las elecciones desde entonces.

Es indudable que hay un sector “duro” del chavismo que la encuesta de Meganálisis nos hace suponer que ronda entre el 15 al 20% del electorado.  Se han ganado elecciones presidenciales en Venezuela con el 29% de los votos (1968, Rafael Caldera, participación 96.72%), lo cual nos lleva a la conclusión de que, dada su “base dura”, el candidato del chavismo tiene amplia oportunidad de ganar, en particular en una elección con baja participación del electorado.  La otra conclusión es que, con una gran participación electoral, es posible que gane un candidato opositor al chavismo por lo mismo de que la “base dura” es igual o menor al 20% del electorado. 

Hay tres sectores mermando la participación electoral: (1) personajes del gobierno que difunden la idea de que la elección ya está perdida por la oposición, diciendo que no hay manera de que pierda el candidato oficial e insinuando abiertamente su capacidad y voluntad de cometer fraude electoral; y (2 y 3) personajes de la oposición que conceden esa “realidad”, unos por la supuesta abrumadora hegemonía del chavismo, otros porque no piensan que se podrá ganar contra el fraude anunciado, o cobrar victoria: la "falsa democracia". 

Los miembros de la oposición concediendo de manera anticipada y en mentalidad derrotista la victoria del hegemonismo chavista nos presentan esto como una realidad práctica. Nos ofrecen una convivencia con el régimen que conceda (por su gracia y beneplácito) aperturas de limitados sectores convenientes para sus intereses y posibles migajas para los demás. Esta convivencia, este vivir con la cabeza agachada, es aceptar el modelo social y económico que ha llevado nuestro país a la ruina; es conceder que el 94% o más de la población viviendo en pobreza y 75% en pobreza extrema es un costo aceptable; es aceptar que las mejores oportunidades para nuestros hijos nunca existirán en Venezuela; es considerar inevitable que la infraestructura del país sea mal construida (si acaso) a sobreprecio por cómplices del gobierno; es, en fin,  aceptar un modelo de país que mantiene las condiciones existentes para una ciudadanía que las debe aceptar sin reclamo y echarse a disfrutar mal que bien su condición de víctima. ¿Es ese el gobierno que se merecen los venezolanos?

Podemos aprender de la historia, y la historia nos enseña que desconfiar del proceso democrático es abrirle la puerta al fraude; que descartar los procesos y mecanismos que nos permiten vivir en democracia como ejercicios inútiles, hacen que efectivamente sean ejercicios inútiles. Destruir la democracia comienza al perder la confianza en ella. Es por eso que, comenzando con el proceso de la primaria, los ciudadanos venezolanos que quieran demostrar que el gobierno que tienen no es el que se merecen tienen que alzar su voz más allá de un cacerolazo y más allá de una marcha; tienen que usar su voz electoral y votar masivamente, la mejor protesta que se puede hacer contra el régimen.

Las elecciones presidenciales del 2024 son una oportunidad única para Venezuela. Es probable que ese domingo por la noche en octubre, noviembre o diciembre del 2024, el CNE anuncie una victoria por poco margen del candidato de gobierno. Pero sabemos que si hay una participación masiva del electorado, que si hay una movilización ciudadana sin precedentes que refleje la voz de Venezuela, la voz que dice ¡ya basta!, ese fraude no podrá cuajar. En ese momento, la protesta cívica, la defensa de la constitución, y las presiones internas y externas harán caer la dictadura, cambiarán el régimen y enderezarán los destinos de Venezuela. El fraude anunciado será desenmascarado con la logística democrática preparada anticipadamente de testigos ciudadanos en cada mesa y centro de votación que documenten y difundan al mundo en tiempo real la realidad de la elección. Es en ese momento que la población venezolana demostrará al mundo cuál es el gobierno que se merece y defenderá su victoria. Y todo comienza desde ya con el voto de cada ciudadano que confía en su voz, no se deja confiar por las encuestas suponiendo que otro votará por él o ella, y no le permite al régimen que cuente su voto como más le convenga y sin consecuencias. Ejercer tu derecho al voto es el primer paso para renovar a Venezuela. Y eso no es imposible.



VENEZUELA HOY Y SU NUEVO MAÑANA

 El 21 de noviembre de 2024, El Club de la Libertad, en Corrientes, Argentina, invit ó  a Carlos J. Rangel a hablar acerca de Venezuela, su ...