Autor, emprendedor, analista económico y político.
Artículos y Ensayos, tanto en español como en inglés, sobre la condición de Venezuela y otros temas de interés internacional.
Rompe el
amanecer. Hoy es Domingo de Resurrección, el día que conmemora el retorno a la
vida del redentor Jesucristo. Es el día que reafirma la fe cristiana en una
nueva vida después del sufrimiento, después del calvario, después del valle de
lágrimas.
Frecuentemente
escribo a estas tempranas horas, absorbiendo el despertar del mundo: pájaros
trinando, animales curucuteando; el sonido del despertar de los vecinos:
puertas abriendo y cerrando, algunas voces, motores zumbando. Uno que otro avión
sobrevolando. No hay guacamayas.
Pongo
música para esta hora del despertar, frecuentemente Gabriela Montero lanzando
al aire con energía acordes inspirados en la tierra venezolana, nuestra patria común lejana.
En este
día, al igual que todos, recuerdo el sufrimiento y agonía que atraviesa nuestro país. Hay quienes se lavan las manos de culpa, tanto en nuestra tierra
como en otras, tanto lideres nacionales como internacionales. Venezuela sufre,
todo indicador humanitario lo dice a gritos. Las generaciones futuras serán
afectadas por el hambre física, moral e institucional que han sufrido. Los
venezolanos tendremos menos estatura, menos fortaleza física, menos capacidad
intelectual, por esta tortura corporal y espiritual a la cual un régimen criminal
ha sometido a la nación.
La tristeza
me embarga, siempre, al pensar en este sufrimiento. Al pensar en los caídos, en
los presos, en los torturados, en los desaparecidos y en todos los perseguidos,
algunos enconchados, otros en el exilio forzado. Me embarga una tristeza
profunda, pero también la esperanza, no la desesperación. La esperanza de que la nación
venezolana despertará y tendrá su nuevo renacer.
En este día, Domingo de Resurrección, esta esperanza está más viva que nunca. Tengo la fe de que todos nuestros compatriotas tienen la resistencia, la capacidad y la fuerza para este renacer. Lo han demostrado al régimen y al mundo con creces. Sobreviremos el viacrucis y llegará una nueva vida con reunificación y reconciliación para Venezuela. Una Venezuela con paz y prosperidad en democracia y libertad.
En ensayo anterior reseñé el evento del jueves 20
de febrero en las instalaciones de META Miami, un conversatorio conmigo, autor de
MITOS DE NUESTRA HUMANIDAD, y el Dr. Asdrúbal Aguiar, miembro
de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de España,
Cádiz. El evento fue conducido por la Dra. Beatrice Rangel quien inició la
sesión de preguntas con la pregunta candente, “¿Por qué no tiene Venezuela un mito
civilizatorio?” Parte de la respuesta a esa pregunta y las subsiguientes se
recaban en aquel ensayo anterior “MITOS
EN META (1)”, pero posteriormente en correspondencia con el Dr.
Aguiar, y con la misma Dra. Rangel, desarrollé reflexiones adicionales.
DE LA ESPADA DE BOLIVAR AL GENDARME NECESARIO
No podemos ignorar a Simón Bolívar como figura
fundamental formadora de nuestra historia, y del mito fundacional de Venezuela y
su área de influencia. Su resplandor como creador del mito del hombre fuerte,
sin embargo, no tiene que cegarnos a sus otros aspectos que se traducen en una interpretación
más cercana a la levita que a la espada, imágenes que utiliza el
Dr. Aguiar para exponer sobre la razón y la emoción en la formación de las
naciones. Como ser humano que vivió muchos ciclos de transformación y que
además produjo gran cantidad de escritos, su pensamiento no es único en su
consistencia ni diáfano en sus ideales. Cualquier autor, o pichón de hombre
fuerte, puede enfocarse en citas seleccionadas o incluso documentos completos en
los cuales Bolívar se inclina más por la naturaleza autoritaria que por la
liberal. Me inclino más por lo segundo, por el Bolívar que, al hacer recomendaciones
a la Constituyente
de Angostura, defiende lo que solo puede interpretarse como la
libertad e independencia de la prensa (el Poder Moral), el que insiste en la
necesidad de renovación de liderazgos políticos:
“Las repetidas elecciones son esenciales en los
sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo
tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y
él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía.”
Bolívar, el que le dijera a los legisladores constituyentes,
refiriéndose a sí mismo: “En este momento el Jefe Supremo de la República no es
más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte.”
Podemos discutir acerca de sus propuestas acerca de
una cámara alta aristocrática y hereditaria, pero claramente las propuestas en su totalidad son
para un gobierno institucional, con aquellos tres poderes definidos por Montesquieu.
Propone un ejecutivo fuerte, modelado sobre la constitución de los EE.UU., en
vez de un Primer Ministro bamboleado y sujeto a las vicisitudes de las
facciones y partidos de un poder legislativo, como en el modelo de Inglaterra, modelo
fustigado por Hamilton en The Federalist Papers. El discurso de
Angostura es un documento fundamentalmente liberal, adaptado a las condiciones
que había estudiado, visto y vivido Bolívar hasta ese momento.
Ciertamente puede argumentarse que su Carta
a Flores y la “Constitución Monárquica” de Bolivia sugieren un giro hacia la tesis del Hombre Fuerte, la espada, y muchos han adoptado a
conveniencia esta faceta de Bolívar. Pero como él mismo le pronostica a Flores,
ante la falta de institucionalidad, la región caerá en manos de “tiranuelos
imperceptibles” con ánimos fuertes y una multitud que “sigue la audacia sin
examinar la justicia o el crimen de los caudillos.” De ocurrir esto, predice
que “sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este
sería el último período de la América.”
La interpretación benevolente es que Bolívar ve en
los tiranos el camino a la desaparición de la civilización. La interpretación oportunista
es que Bolívar ve la necesidad de un tirano omnipotente y unificador que
conduzca a la región. He allí el hilo que nos conduce al Cesarismo democrático
de Vallenilla Lanz, que reconoce a las guerras desde la llamada de independencia hasta la revolución restauradora como una serie de guerras civiles, clasifica a Venezuela como un “estado guerrero”, y justifica a Juan Vicente Gómez, el hombre fuerte que domó
al cuero seco, ese que uno pisaba en una esquina y se levantaba en otra. Así se
establece este mito como el creador de la nación moderna venezolana: el Gendarme
Necesario.
EL SURGIMIENTO DEL DESPOSEÍDO
Al mismo tiempo que los tiempos de Gómez, a nivel
mundial está ocurriendo un cuestionamiento de los modelos económicos y
políticos paradigmáticos. El capitalismo, motor de la revolución industrial, había degenerado en monopolios cómplices de gobiernos corruptoshacia
finales el S. XIX manteniendo a las clases trabajadoras en niveles casi de subsistencia. Las
ideas milenarias del socialismo marxista y nacionalista, e incluso el
liberalismo anarquista, se difunden y generan movimientos políticos sin
verdaderos precedentes históricos que terminaran desembocando en revoluciones y guerras mundiales.
Latinoamérica no es inmune a esa efervescencia
ideológica, y la idea del pasado feliz y noble penetra su psique. Surgen obras
como el Ariel (y Calibán) de Rodó y otras que ensalzan un ideal puro. El trabajador sencillo, el campesino y el obrero, se convierten en la
esencia de esa pureza, que será rescatada por los movimientos que protegerán a
los desposeídos, los descamisados y los pobres. El populismo socialista se apodera de
la región, en algunos casos asociados directamente con el comunismo leninista
de la URSS, en otros con el socialismo nacionalista emergiendo de Alemania e Italia. La figura del desposeído injustamente
por fuerzas más allá de su capacidad de control se convierte en un mito útil
para ese populismo creciente, que se nutre de él para hacer “revoluciones” que en
realidad son sustituciones, manteniendo las estructuras sociales y económicas
fundamentales, pero comandadas por élites sustitutivas.
Con la muerte de Gómez en diciembre de 1935, Venezuela
entra un periodo de transformación zarandeado por esas fuerzas políticas
internacionales. En ese momento no está nada claro cual es el futuro del mundo: un mundo capitalista sacudido por la caída de la Bolsa en 1928 y la consecuente
depresión económica; un mundo fascista, con el surgir del Nazismo en Alemania que
promete restaurar y fortalecer los ideales de cada pasado nacional glorioso; o
un mundo comunista, con el modelo Imperial Leninista que promete
reivindicaciones sociales a los desposeídos del mundo. Diez años después, se
aclara un poco el panorama con la derrota del fascismo Nazi, y en Venezuela la
revolución de octubre 1945 derroca al modelo proto-fascista (del hombre
fuerte) para convocar una constituyente que reivindique las injusticias
sociales de los desposeídos.
La alianza de esos dos mitos, del hombre fuerte y del desposeído,
representada por la confabulación de Marcos Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt
para derrocar al General Medina Angarita estaba destinada al fracaso y ruptura.
En noviembre de 1948 el recién electo, bajo la nueva y flamante constitución
que otorga el derecho al voto universal y promete la justica social, el
presidente Rómulo Gallegos, primer civil desde José María Vargas en asumir la
presidencia (salvo alguno que otro comodín interpuesto por algún hombre fuerte), es derrocado por un golpe militar. Regresa el hombre fuerte a
imponer el orden predecible sobre el caos y desorden creativo de la democracia incipiente. Las levitas letradas se fugan y desaparecen, huyendo de las espadas.
Pasarán otros diez años en Venezuela hasta que la
semilla sembrada de la democracia, y el anhelo perenne de la libertad, derroque
en una rebelión popular al dictador Marcos Pérez Jiménez, el cual
progresivamente apretaba las tuercas represivas y extendía su manto corrupto
sobre la nación. Con la caída del dictador el mito del desposeído cobra fuerza
e incluso se personifica en diversos personajes, incluyendo Juan Bimba,
prototipo del venezolano en el imaginario popular y político, y protagonista
renuente de los enfrentamientos en la cima de la guerra fría.
En 1960 Nikita Kruschev se quita el zapato y golpea el
podio en las Naciones Unidas enfrentando las acusaciones de interferencia en
países del llamado tercer mundo (término fabricado por la mima URSS). Esto
ocurre cuatro años después de que Kruschev dijera en reunión entre diplomáticos en Polonia que el comunismo soviético
prevalecería sobre el capitalismo occidental. Dijo entonces la famosa frase “nosotros
los enterraremos” apenas un mes después de aplastar la revolución húngara de
1956. En octubre de 1962 se llegará al punto más álgido de la guerra fría al romper la crisis de los misiles, cuando la URSS trata de profundizar su huella estratégica en las américas.
El derrocamiento
de Pérez Jiménez ocurre en este momento álgido del enfrentamiento entre las
potencias imperialistas, y cada facción política local tiene su propia idea de
cómo enfrentar al Gendarme con Juan Bimba, creando tensiones que eventualmente
desembocan en los movimientos de la Lucha Armada. Esta es apoyada por el
comodín de Moscú, Fidel Castro, a quien el protagonista de la gestación de aquel
periodo democrático en Venezuela, Rómulo Betancourt, aborrece con pasión. Esos
odios se transforman en alianzas geopolíticas en el gran ajedrez de terror nuclear
caracterizando a la guerra fría.
A partir de 1968
con la invasión a Checoslovaquia, y el creciente número de disidentes
desenmascarando el aparato represivo e hipocresía ideológica del régimen de
Moscú, decaen las razones de los participantes en la Lucha Armada y comienza el
proceso de pacificación y reconciliación en Venezuela. La reivindicación de los desposeídos se vuelca al terreno del debate político, y comienza un proceso de creciente conformismo
por las clases dirigentes que, basados en el rentismo petrolero, crean una
burbuja económica con gríngolas hacia el creciente descontento generado por las
expectativas crecientes de los Juan Bimbas del país ansiosos de
participar en el festín, pero sujetos a los vientos del clientelismo político y
la justicia desigual
EL DELINCUENTE OBLIGADO: REVOLUCIONARIO
Hugo Chávez
aparece en escena con la espada justiciera, fracasa en su primer intento de
apoderarse del poder con esa espada, pero le hace juego a las levitas para encumbrarse
finalmente en el primer año del nuevo milenio. En su discurso del 4 de febrero
del 2000, recién instalado en la presidencia y ante un desfile militar en su honor conmemorando su primera intentona fallida, transforma
el mito del desposeído, del abandonado por la justicia y la sociedad próspera
que le rodea. Ahora el Desposeído se convierte en el Delincuente
Obligado, con derecho a hacer su propia justicia y ley en contra de la sociedad que
lo llevó a su condición. Con derecho a ser un revolucionario en contra de esta
sociedad; y en nombre de la revolución actúa. Esta idea no es verdaderamente
original de Chávez, ya la vemos en la justificación revolucionaria marxista (o
de casi cualquier revolución) e incluso como defensa en tribunales de justicia.
Pero Chávez permite que este mito se convierta en base para la transformación
social de Venezuela. El Delincuente Obligado es esencialmente Revolucionario.
Transformar al Desposeído
en el Delincuente Obligado (revolucionario) inicia la fractura del monopolio de la
violencia del estado y crea un ambiente de división social que llevará al país
a uno de los periodos mas sangrientos de su historia fuera de sus guerras, pero
comparable. Miles de muertos por violencia delictiva en un corto periodo de menos
de diez años son evidencia de esta fractura. Las estadísticas que colocan a las
ciudades del país entre las mas violentas del mundo son más evidencia
contundente. En este ambiento de delincuencia desatada la ecología y selección
natural conduce a la formación de bandas cada vez más poderosas, con el “Preso
Rematado Asesino Natural” como líder de organizaciones que abarcan
territorios y estados, encontrando en el narcotráfico su mejor aliado para hacer el salto transnacional.
Debido a que el estado promueve la división social bajo el lema maquiavélico de
“divide y vencerás” la eventual (¿u original?) asociación entre miembros del
gobierno y estas bandas ocurre también de manera natural. La fractura del
monopolio de la violencia del estado se mantiene hoy en día, un cáncer que
difícilmente será vencido sin represión efectiva para restaurar la ley, el estado de derecho y el monopolio de la violencia en manos del estado. Esa es
la trágica cola del mito del Delincuente Obligado, mito fundacional del
chavismo que fusiona al Gendarme Necesario con Juan Bimba.
Hugo Chávez, con
su desdén ante las instituciones democráticas demostrable desde 1983, con su juramento ante el Samán, hasta su intentona de 1992, se transforma en la persona que los desposeídos pensaban les haría participar en el festín
(y que parcialmente pudo hacer durante su bonanza petrolera, legado del aparato
productivo de la república que destruyó). Chávez prometía una revolución económica y
social que nunca llegó, como toda utopía milenaria. Chávez lo que hizo fue sustituir a las élites, incluso aquellas que
oportunísticamente lo apoyaron en su momento y, apoderándose y modificando a
su conveniencia los aparatos burocráticos y económicos del país, llevó la
corrupción a niveles nunca vistos. Una corrupción gigante, corrosiva y endémica, y que llevará el país a la ruina.
El verdadero legado
de Chávez fue convertir al estado en una banda criminal, y crear una macro-burocracia con la mayor corrupción administrativa que haya desfalcado un país.
Lástima que muriese joven, porque todavía su estatuilla se puede hallar entre
algunos altares de santería en el país, escuchando a alguien recitar el “Chávez
Nuestro” (*), en esperanza de que finalmente le cumpla su promesa al desposeído. Su verdadero legado no lo asocian con él, solamente le rezan a la promesa incumplida.
Los mitos y símbolos que han forjado al
país no han sido conducentes al entorno civilizatorio que nos reclamaba la Dra.
Rangel con su pregunta. En lo que parece la antesala de un nuevo país, los
mitos del gendarme necesario, del desposeído, y del delincuente obligado revolucionario pesan, pero esperemos que los lideres en esta antesala tengan la
capacidadque tuvo Chávez de transformar un mito en otro para crear ese nuevo
país. La energía ciudadana desatada en Venezuela durante los últimos dos años es canalizable hacia ese nuevo mito, uno que establece la capacidad y poder del ciudadano como parte de la construcción de un nuevo país, el mito de la libertad.
Dr. Asdrúbal Aguiar: Mitos que conspiran en contra de la libertad en Venezuela - A propósito del libro de Carlos J. Rangel (enlace próximo a colocar)
--
(*) El "Chavez Nuestro"
“Chávez
nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros los y las
delegadas, Santificado sea tu nombre, Venga nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá. Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día, No nos dejes caer en la tentación del capitalismo, Más líbranos de la maldad, de la oligarquía (como el delito del
contrabando), Porque de nosotros y nosotras es la Patria, la paz y la vida, Por los siglos de los siglos amén. Viva Chávez”.
Entre semialucinantes lienzos representando un
imaginado pasado con símbolos indígenas y amazónicos, conversamos la noche del
jueves 20 de febrero de sueños, mitos y Venezuela en los espacios de META
MIAMI. Un nutrido grupo de asistentes dialogaron con el Dr. Asdrúbal Aguiar,
miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de
España, Cádiz, y conmigo, Carlos J. Rangel, autor del libro Mitos de nuestra
humanidad: Relatos de siempre para hoy, acerca del aspecto casi onírico y metafóricamente
arquetípico del uso de estas leyendas, cuentos y fábulas para desarrollar ideas
acerca del liberalismo. Un evento
estimulante bajo la conducción experta de la Dra. Beatrice Rangel, introducido por la presidente de Meta Miami, Milagros Maldonado.
En su exposición, el Dr. Aguiar nos hace notar la dicotomía
razón / emoción que permea el libro, interpretada en la primera lámina de arte
incluida, el grabado de Goya no.49 “El sueño de la razón produce monstruos”. Parte
de acá para desarrollar la importancia del equilibrio entre éstas para
completar la existencia del ser, y aprovecha la circunstancia de que tanto él
como el autor y la gran audiencia presente son venezolanos para hablar acerca
de esta dicotomía en el desarrollo de la historia de Venezuela, y de cómo
parece ser manifestada como una rivalidad entre la levita y las espada; las
levitas enterradas con la primera república y ridiculizadas por el futuro Libertador
desde Cartagena como creadores de Repúblicas Aéreas destinadas a ser
ingobernables.
A su retorno al país, el
Libertador despliega plenamente la apoteosis de la espada con su decreto de
Guerra a Muerte, engendrado tal vez en un acto de desesperación mezclado con odio y venganza, promoviendo lo que hoy llamaríamos limpieza étnica, y mantendrá, según Aguiar, su afinidad con la espada hasta la fundación de Bolivia
y su “Constitución Monárquica”. El Hombre Fuerte prevalece en la psiquis
venezolana (y por la influencia de la guerra independentista, en toda la
región) como prototipo del gobernante redentor – las espadas triunfan. En la
historia venezolana veremos esto codificado a principios del S. XX en El
Cesarismo Democrático de Laureano Vallenilla Lanz, justificando la figura mítica
del “Gendarme Necesario" para mantener la unidad y la paz, la paz de los
sepulcros. Las levitas se entierran y
olvidan, las espadas se levantan en monumentos. El debate entre Civilización y Barbarie es eterno y, en Latinoamérica, son cronistas del debate entre otros Domingo Sarmiento, Vallenilla Lanz y Romulo Gallegos, este ultimo enfrentando a Santos Luzardo con Doña Bárbara, símbolos del conflicto; un conflicto que cada autor interpreta a su manera, como escritor de la historia.
Resalta el Dr. Aguiar que negar el liberalismo
fundador en la primera república, derivado de documentos clave del liberalismo
hispanoamericano como la Constitución de Cádiz, la Pepa, de Juan de Mariana y
otros precursores, entierra una importante raíz del pensamiento que motivó a
Miranda y los primeros constitucionalistas, aquellos egresados de la primera
universidad del país, la casi centenaria Pontificia y Real Universidad de Caracas, a impulsar el movimiento independentista. Estos
precursores tenían la intención de cambiar la fundamentación del estado,
descendiente del monarquismo paternalista de la España medieval, por una nueva república
basada en las ideas de la revolución liberal del S. XVIII. En mi libro apunto
que los Criollos (entre ellos Bolívar) no parecían estar interesados en cambiar
el estado, solamente en sustituir a los regentes peninsulares por regentes
criollos, una revolución más de las que nada cambian y a las cuales estamos acostumbrados
en América Latina.[1]
De las cenizas y sangre de esta revolución sustitutiva,
llamada de independencia, surge la figura de El Libertador, Simón Bolívar, con
su eventual descendiente, el Gendarme Necesario de Vallenilla Lanz que mantiene
férreamente el monopolio de la violencia en manos del estado. El estado se
personifica con un jerarca todopoderoso que se mantiene por mil años o su
muerte, lo que venga primero. La identificación entre Simón Bolívar y Juan
Vicente Gómez, el regente durante los tiempos de Vallenilla Lanz, es tal que
las fechas de la muerte de los dos coinciden, el 17 de diciembre; por lo menos
oficialmente. De esa tradición -ese mito- se ha formado la Venezuela
contemporánea, más afín a la espada que a la levita. ¿Será posible que El Llibertador,
cercano a su muerte, hubiese reconsiderado su afinidad por el modelo monárquico
dictatorial? Es posible interpretar su carta a Flores desde Santa Marta de
ambas maneras: reafirmando la necesidad de un mando autoritario que le ponga
coto a los pequeños caudillos, o reconociendo la inutilidad de arar en la mar.
¿Cuál sería su verdadero sentir? Ese es el debate, las levitas o las espadas.
La exposición del Dr. Aguiar es desarrollada más
profundamente en su aporte a la revista de la Real Academia Hispanoamericana de
Ciencias, Artes y Letras, en un número próximo a salir:
MITOS QUE
CONSPIRAN CONTRA LA LIBERTAD EN VENEZUELA A propósito del
libro de Carlos J. Rangel - (enlace próximamente disponible)
Como autor, en mi tiempo de exposición, quise destacar
el origen de la idea para el libro; desarrollar el trasfondo de la fábula más
profunda y que vemos en innumerables análisis, ideologías y filosofías, la vida
desde nuestra inocencia infantil hasta el más allá de la muerte; y destacar la
obra de los artistas en el libro. En particular se detalla la estructura y
contenido de la historieta por estar presente su ilustrador, José Rafael Páez. Esta
viñeta fue posiblemente la más difícil de todas, tanto en su ejecución como en
su contenido. Para no alargar demasiado esta reseña, el texto de mi
presentación se puede leer en este enlace:
La Dra. Beatrice Rangel inició la sesión de preguntas
con una muy relevante, dada la nacionalidad de los ponentes y de la mayoría en
la audiencia: “¿Por qué no tiene Venezuela un mito civilizatorio?” Esencialmente
¿en qué falla el mito fundacional de Venezuela para llevar el país a la
condición en la que se encuentra?
Las respuestas y preguntas subsiguientes giran
alrededor de esta pregunta y el Dr. Aguiar desarrolla sus tesis presentadas en
la exposición, estableciendo al hombre fuerte como la figura fundamental en el
imaginario venezolano, extensible a las regiones permeadas por el pensamiento
bolivariano. Ante la pregunta “¿cómo
cambiar ese mito del hombre fuerte?” destaca el autor que los mitos y leyendas son
esencialmente derivados de la historia y la tradición, algo imposible de cambiar,
pero posible de reinterpretar. Solamente con la creación de nuevos mitos es
posible suplantar los arcaicos que lastran a una nación. La democracia y la
libertad han sido impuestas en el pasado por élites, como aquellas egresadas de
la Pontificia y Real Universidad de Caracas en 1810, o por los académicos e
intelectuales más recientes de la revolución de octubre del 1945, o de la
cuarta república como destacó el Dr. Aguiar. Una libertad y democracia impuesta
contra el mito subyacente del hombre fuerte es posible que esté destinada al
fracaso. Sin embargo, los acontecimientos recientes hacen pensar que hay un
nuevo mito surgiendo en la nación venezolana, uno en formación que acepta la
libertad como la mejor condición para desarrollar el potencial de cada ciudadano.
El movimiento telúrico, la revolución
y cambio que implicaría la adopción de este nuevo mito surge de las
filas propias del pueblo venezolano y tiene en este momento su manifestación en
Maria Corina Machado y los líderes que la rodean. Pero esta historia todavía no
está escrita.
La totalidad de la presentación en META MIAMI está
disponible en este ENLACE YOU TUBE.
A partir de esta conversación y la sesión de preguntas,
y en correspondencia posterior tanto con el Dr. Aguiar, como con la Dra.
Rangel, me surgen ciertas reflexiones que desarrollo en mi siguiente ensayo: Los Mitos Fundacionales de Venezuela.
[1]
En su libro, Pathways to Freedom (Coleman I. y T. Lawson-Remer, eds., Council
on Foreign Relations, 2013), los autores definen tres tipos de transición: sucesión, por ejemplo la transferencia de
un presidente en ejercicio a un presidente electo, o un heredero a la corona
ascendiendo al poder; substitución, típicamente
cambio de élites gobernantes asociadas con una revolución pero esencialmente manteniendo
el modelo de gobierno, por ejemplo, la revolución bolchevique; y cambio, la transformación de un modelo
de gobierno a otro, por ejemplo autocracia a democracia, o viceversa.
Desde que se implementaron las políticas de control y cambio
social por el régimen de Chávez-Maduro en Venezuela, cerca de 40.000 personas han
sido asesinadas a sangre fría ya sea por "justificaciones" impulsadas por el afán
sectario ("divide y vencerás") del régimen enfrentando clases sociales del país [1]; durante las OLP, "operaciones de liberación del pueblo" esencialmente guerras
entre pandilleros; o en ejecuciones extrajudiciales de manifestantes y
opositores políticos – sobre el asfalto o en mazmorras. Eso, sin dejar de
mencionar el masivo éxodo migratorio de millones de venezolanos en búsqueda de
su felicidad (y de sus familias) en tierra extranjera.
Ese control y cambio social generador de víctimas ejecutado
por el gobierno, bajo la ilusión de tener la capacidad de conducir el pueblo
hacia un mundo feliz, es la antítesis de la libertad. Venezuela no es un país
libre. Venezuela no es un país en donde cualquier individuo pueda aspirar a crear
su propio futuro, desarrollando su potencial y su voluntad para tener una vida
mejor para sí y los suyos. Venezuela es un país en el cual la autoridad del
régimen de gobierno pretende dictar las reglas que le parezcan de un momento a
otro para implementar un férreo control sobre la sociedad, en esa vana ilusión
de crear Un Mundo Feliz. Y por eso hay oposición.
Todo ser humano tiene esa aspiración, la de crear una
mejor vida enfrentando las barreras y obstáculos naturales interpuestos por la
vida. Cada individuo busca oportunidades y maneras de sortear estos obstáculos
y barreras, creando distintos resultados individuales, pero mejorando la
sociedad como un todo por sus esfuerzos. El modelo de desarrollo y bienestar
social centralizado en un grupúsculo de planificadores pretendido por el
régimen no tiene ni la capacidad ni la flexibilidad de la gran multiplicidad de
individuos que conforman una nación; nunca podrá ser mejor que una sociedad en
libertad. Friedrich von Hayek, en entrevista realizada en Caracas (1981) [2] lo
decía de manera clara:
El sistema capitalista… debe [su] capacidad de adaptación a una
infinidad de variables impredecibles, y a su empleo, por vías automáticas, de
un enorme volumen de información extremadamente dispersa entre millones y
millones de personas … que, por lo mismo, jamás estará a la disposición de
planificadores. En el sistema de economía libre, esa información puede decirse
que ingresa en forma continua a una especia de supercomputadora: el mercado…
Allí es procesada de una manera no solamente abrumadoramente superior como
usted expresó, sino de una manera realmente incomparable con la torpeza
primaria de cualquier sistema de planificación.
Capitalismo y libertad van de la mano. A pesar de
haber intentos de “capitalismo planificado” en países como China, Cuba y la
misma Venezuela, típicamente son para efectos propagandísticos en el caso de
Mini/micro-empresas, mercados “negros” para solventar escasez e ineficiencias
de los mercados oficiales, o maneras de canalizar favores del y para el estado
– la corrupción a gran escala. En Venezuela este último grupo caracteriza a los
llamados “bolichicos”, entre otros calificativos. La arbitrariedad de cualquier
régimen bajo planificación central hace la amenaza de intervención o clausura una
espada de Damocles para cualquier entidad proto-capitalista permitida. En China,
Jack Ma y la intervención del estado en Ali Baba ejemplifica de manera clara esta autoridad arbitraria. En Venezuela se vio
recientemente con multas y clausura de hoteles, areperas o transportistas que cálidamente
acogieron o prestaron sus servicios a la líder opositora Maria Corina Machado
durante la campaña presidencial del 2024.
El régimen que gobierna a Venezuela pretende coartar
la libertad a cambio de una prometida prosperidad colectiva. Esa prosperidad se
ha basado en las promesas pasadas y futuras de la repartición controlada de
bienes y riquezas que el gobierno (¿mágicamente?) canalizará y distribuirá a la
sociedad como un todo. El régimen ha estructurado las instituciones y fuerzas
del estado basado en esa promesa inalcanzable del socialismo profundo: el gran
estado de bienestar. El pueblo venezolano ya no se come ese cuento.
El voto masivo con los pies por más de ocho millones
de venezolanos que han emigrado del país dice que ellos no se comen ese cuento
de la prosperidad futura prometida a cambio de la libertad. El voto en las
urnas electorales por más de siete millones de venezolanos bajo amenaza de
retaliación dice que ellos no se comen ese cuento de la prosperidad futura
prometida a cambio de la libertad. La oposición al régimen es una oposición a
las instituciones y modelo que éste ha creado y que han llevado a Venezuela al
despeñadero económico y social. La oposición no es de un partido a otro, como
usualmente es en sistemas democráticos. La oposición ni siquiera es acerca de
las metas sociales y económicas del país (aun cuando en el caso del régimen la
promesa de esas metas sean promesas vacías). La oposición es al modelo y
estructuras de poder que ha construido el régimen para mantenerse y enriquecerse
exprimiendo el sudor, sangre y sufrimiento de todos los venezolanos, incluso de
las familias y adeptos que en el pasado se tragaron el cuento de esa promesa (representado dramáticamente en el reciente cortometraje "La Verdad", con Elba Escobar).
El régimen y el modelo no solamente han sido
derrotados en las urnas electorales, han sido derrotados en el corazón y en el alma
de los venezolanos. Los dieciséis millones de venezolanos que han votado de
alguna manera u otra en contra de este modelo de fantasías dirigido por una
banda de criminales se mantienen unidos en el consenso de la necesidad de
restaurar la democracia y la libertad para lograr la paz y prosperidad de la
nación. El régimen está derrotado de mil y un maneras, pero hará todo lo
posible para aferrarse al poder. El régimen pensaba que con los trucos bajo la
manga que tenía, las elecciones del 28J serian un fraude invisible. Bajo el
liderazgo indiscutible de Maria Corina Machado, jugando con las reglas del
régimen, el régimen perdió de manera claramente visible. La juramentación
espuria de Maduro como presidente no lo protege de la marea opositora, de la
decisión soberana del pueblo venezolano. Dividirse ahora como pretenderían el régimen y la oposición cómplice, ceder ahora, es
permitir el desatar de una venganza terrible sobre el pueblo venezolano.
Ceder ahora es deshonrar la sangre y los gritos de las víctimas del régimen en
su inacabable afán de control y cambio. Ceder ahora es permitir una
corrupción que desvía los grandes recursos del país al bolsillo privado de esta
banda criminal que posiblemente piense que algún Genio (¿el G2?) le concedió el
deseo del toque de Midas; pero como aquel legendario rey, sucumbirá por su
propio orgullo y avaricia. Ante la
oposición, el régimen no puede detener la ola de cambio que se le rompe encima,
porque la oposición noes Maria Corina, Edmundo, Juan Pablo, Andrés, Delsa... la oposición es Venezuela, todos unidos, hasta el final.
[1]No olvidemos a HCF con eso de “ser rico es malo” o su proclamación al
conmemorar el 4 de febrero, en 1999, justificando socialmente al “delincuente
obligado”.
[2]La entrevista, conducida por el periodista y analista Carlos Rangel
el 17 de mayo, fue publicada en el diario El Universal en junio. Se incluye
como apéndice en libro de Carlos Rangel El Tercermundismo (Monte Ávila, 1982)
Este ensayo/entrevista busca responder inquietudes
surgidas en la video-entrevista de Napoleón Bravo a Carlos J. Rangel sobre su
nuevo libro, MITOS DE NUESTRA HUMANIDAD: RELATOS DE SIEMPRE PARA HOY conducida
el 7 de diciembre, 2024. Estas preguntas le fueron planteadas a CJR en un chat
de WhatsApp, y son suficientemente interesantes como para compartirlas en este
blog.
La entrevista en BRAVO24
Estimado Ofer:
Agradezco que te hayas tomado el tiempo para ver la
entrevista y enunciar preguntas que surgieron de la misma. No se ve en la
entrevista publicada en YouTube, pero Napoleón tuvo que editar parcialmente el
video puesto que se nos acabó el tiempo. Me dijo que esa era la primera vez que
le había ocurrido eso, que perdió la noción del tiempo por lo amplio y fascinante
de los temas discutidos. Igualmente, tuve una gran satisfacción participando en
esa entrevista. Mi nuevo libro tiene como objetivo generar este tipo de discusión
amplia acerca de la democracia liberal y ciertamente esta entrevista cumple con
ese objetivo.
Lamento no haberte dado respuesta más rápidamente,
pero tus preguntas tocan temas profundos que preferí ponderar con tiempo antes que
dar respuestas superficiales. Trato de responder tus inquietudes elaborando
algo sobre temas que he desarrollado anteriormente, con la esperanza que de
alguna manera sean satisfactorias. Para hacer la lectura más estructurada la divido por tema que genera la inquietud. He aquí mis respuestas:
En primer lugar, en el minuto 17:03 habla de
liderazgo populista y "la respuesta simple" es NO cuando se le
pregunta sobre ser capaz de alcanzar una posición de liderazgo nacional sin ser
populista.
La respuesta simple es “no” porque meritocracia y tecnocracia
de por sí no movilizan votos. Personas con gran preparación y sentido de
lo que moviliza a los segmentos de población necesarios para obtener una mayoría
del voto popular son rara avis, si es que existen. El voto popular que
logra las mayorías necesarias para triunfar generalmente no es un voto bien
ponderado y se moviliza por la emoción más que la razón. Es un voto que, en la percepción del votante, rechaza
al status quo que le niega oportunidades y bienestar. La fracción
que emite votos deliberadamente ponderados por el candidato de su ideología preferida
generalmente es entre 10% al 30%. En una elección entre dos partidos
principales o por balotaje, eso significa que entre el 40 al 80% de los ciudadanos
con derecho al voto no utilizarán criterios ponderados para emitir su voto. De
esa gran masa de votantes (más cuando se aproxima a 80 que cuando se aproxima a
40) muchos son apáticos ante las alternativas presentadas en la elección y se
abstienen de votar. Para energizar el voto de la masa electoral la herramienta más
efectiva es el populismo y por eso toda opción ganadora tiene un componente de
este. Las promesas de cambio del status quo hechas con cariz populista
generalmente son efectivas, pero las promesas exageradas y evidentemente irrealizables
también generan movilización electoral, aun cuando el votante sepa que son
irrealizables. Este populismo extremo apela a la emoción de la identificación,
es decir, le hace sentir al votante que el candidato entiende sus problemas y que
si no los puede solucionar no es por ignorarlos, ni siquiera por decepcionarlos,
sino por fuerzas ajenas (y esto es común en el discurso populista) que le
adversan, por algún enemigo identificable, típicamente imaginario y expiatorio.
Todo político en contienda electoral tiene que incluir
entre su arsenal de campaña una dosis del populismo movilizador del voto para
sumar la mayoría ganadora a su favor. Cuando el candidato basa su campaña en
una promesa de futuro utópico o regreso al pasado glorioso que los enemigos de
la nación han truncado, es decir la campaña de la promesa milenaria y el
redentor que la hará cumplir, dicho candidato se acerca al populismo extremo;
un populismo que fácilmente puede caer en mando autoritario al convertir a los
opositores a su candidatura en enemigos de su mandato (y de la nación) en vez de
adversarios a sus políticas.
Usted ilustra el esquema de la pirámide y el
lugar óptimo para una democracia es estar en el centro de la pirámide. Jóvenes,
más idealistas, al que Usted le da el apodo de izquierdistas buscan
oportunidades en la base de la pirámide, mientras que los dueños de la
propiedad privada son menos idealistas, más conservadores, al que Usted le da
el apodo de derechistas en la cima, que buscan proteger sus pertenencias.
En una entrevista como la realizada es difícil
explicar la complejidad de la economía social en términos sencillos. El número
de variables excede tres, lo que Daniel Patrick Moynihan definía como un problema
super complejo (tres variables es un modelo complejo, según DPM). Si mal no recuerdo, Napoleón me preguntó acerca de la validez
de los términos derecha e izquierda, a lo cual respondí que francamente hoy en día
se usan más como epítetos que como definición de ideología. Esta pregunta surge
de una parte del libro en donde argumento que los derechos de oportunidad son
los que caen bajo el manto del llamado izquierdismo y los derechos de propiedad
bajo el llamado derechismo. Debido a que la naturaleza de la humanidad es
definida por sus etapas de infancia, juventud, madurez y vejez, es observable
la correlación entre jóvenes buscando oportunidades y mayores protegiendo sus
activos acumulados, sean tradiciones, morales o monetarios. La interpretación que
usted aparentemente sugiere es que yo dije que los viejos son derechistas y los
jóvenes izquierdistas. Eso se parece a lo que quise decir, pero no lo es exactamente.
Aquellos que ofrecen proteger y ampliar las oportunidades para el desarrollo individual
son acogidos por los que desean tener nuevas oportunidades o piensan que se las
han quitado, sean jóvenes o no. Generalmente la demografía en busca de
oportunidades es mayoritariamente joven, y en Latinoamérica la pirámide etaria
tiene una amplia base, por lo tanto ese mensaje de oportunidad, el clásicamente
izquierdista, reverbera en este continente. Pero el triangulo de Hayek al cual
yo me refería es otra dimensión de variables. Él coloca en cada vórtice conservadores,
progresistas y liberales (identificándose a sí mismo como liberal). Su tesis
era que los conservadores y los progresistas quieren mejorar la sociedad obligándola
a adoptar sus dogmas, sean conservadores o progresistas, mientras que los
liberales consideran que forzar dogmas de comportamiento social o económico obstaculiza
el desarrollo del bienestar individual y. por ende, el colectivo (esencialmente
el mismo paradigma de la mano invisible de Adam Smith). Los extremos del dogma progresista
y el conservador se ilustran con las autocracias sostenidas en la Unión Soviética
y con la Inquisición Medieval. La crítica que se le hace a este modelo de Hayek
es que en el extremo liberal se desarrolla el anarquismo el cual, creando un vacío
de poder, es vulnerable a otras autocracias dogmáticas. Era este triangulo al
cual me refería en la entrevista, no la pirámide etaria. Este es el triángulo en
cuyo centro se encuentra la democracia, siempre en pugna hacia cualquiera de
los extremos, y generando el caos creativo y renovación que produce el mayor
bienestar social.
¿Qué piensa de ese esquema piramidal del que
habla en el contexto de una república, no de una democracia, y de un líder
populista de derecha que ha alcanzado la cima del poder en ese escenario? ¿Cómo
terminaría esa película?
Hoy día se habla mucho acerca de la diferencia entre república
y democracia suponiendo, o insinuando, un valor superior en la manera de
gobernar de una sobre la otra. Si buscamos la diferencia esencial, nos
encontramos con ideales cuasi platónicos que definen una como un sistema institucional
en donde los poderes del estado se ejercen con representantes del poder
soberano (los ciudadanos) escogidos mediante el voto, con pesos y contrapeso
que defienden las instituciones, y con el gobierno basado sobre leyes
establecidas y precedente institucional. La democracia pura, es decir directa (como
ha sugerido Elon Musk instituir en sus colonias en Marte) no tiene esa
institucionalidad, precedente y legado, y fácilmente puede caer en la llamada “tiranía
de las mayorías” con plebiscitos a diestra y siniestra – mob rule. Estipulando
entonces que una republica es mejor manera de gobernar (y difícil de
mantener) que una democracia pura (imposible de mantener), pasemos a la cuestión del líder populista.
El líder populista, sea que diga que protege los derechos de
propiedad o los derechos de oportunidad, combinado con tendencias conservadoras
o progresistas (los liberales rara vez son populistas, llegan al poder por el
hartazgo del soberano con los otros vértices del triángulo de Hayek – caso Milei
o MCM), tiene dos opciones una vez que llega al poder: romper la
institucionalidad republicana para mantenerse en el poder, o someterse al
juicio de los votantes de una república con fuertes instituciones. Por eso, y
porque -como argumentaba anteriormente- todo candidato para llegar al poder debe
tener algo de populista, la democracia institucional con alternabilidad y rotación
de ideologías (el caos creativo que genera bienestar social), siempre está en
peligro. Recae sobre el soberano, los ciudadanos de la nación, elegir a representantes
que defiendan a las instituciones (siempre perfectibles) en vez de aquellos que trasparentemente
buscarán mantenerse en el poder eternamente. Cabe mencionar en este momento la referencia hecha durante la entrevista al “Poder Moral” al que aludía Simón Bolívar, una
serie de escribas independientes que registran la actuación moral, o no, de los
representantes en los otros poderes de una nación. Es decir, la prensa libre e
independiente.
Finalmente, pensar que la película termina es no darse
cuenta de que el proceso de gobierno y el avance social y económico es un
proceso interminable, inacabable, sin fin y perfectible cuyo modus operandi
es el probar, errar, corregir. La naturaleza humana prefiere el orden predecible (terminar la película) a la incertidumbre caótica (el interminable valle de lágrimas), pero es en ese caos, en esa destrucción creativa de
la cual hablaba Schumpeter refiriéndose al capitalismo, allí es que existe la innovación
y el avance en todos los aspectos sociales y económicos de una sociedad.
Estancarse es morir. La película no acaba.
En segundo lugar, en el minuto 26:43 usted habla
de que China ha hecho cambios y difiere sustancialmente de otras naciones
comunistas en su manejo de la economía, aunque concluye que no va bien.
Si uno considera el buen gobierno, la
planificación económica central o las fuertes inversiones en educación e
infraestructura como medio para alcanzar un fin, entonces el modelo chino es
uno de los más eficaces de la historia de la humanidad. A pesar de su liderazgo
tiránico, el modelo chino tuvo como resultado la extracción de la mayor parte
de su población de la pobreza extrema - al menos la mitad de su población, es
decir, 800 millones de personas - a una fuerte clase media y una clase rica
sustancial en un período de tiempo muy, muy corto: ¿sería el modelo chino uno
de los mejores modelos del mundo? ¿Sería un buen modelo de gobierno o una buena
política económica? ¿Es sostenible?
Menos tiránicas pero similarmente efectivas son
las historias de Taiwán, Corea del Sur, Singapur y otros Tigres Asiáticos,
aunque todos ellos tuvieron, en su momento, un liderazgo autocrático que los
llevó a donde están ahora.
El “modelo chino” es atractivo y hace algún tiempo yo también
lo encontraba seductor. Los resultados evidentes de mejora en el bienestar social
efectivamente lo hacen digno de estudio profundo y sinceramente no he hecho ese
estudio, pero si estoy familiarizado con la idea. El presidente chino, Xi
Jinping, está convencido de que la hegemonía de los modelos sociales y económicos
de occidente durante los últimos 200 años son un paréntesis histórico en la supremacía
china sobre el mundo, y está haciendo su parte para restaurar esa supremacía.
No es único en esa visión, puesto que ya hace unos cuarenta años un alto
dirigente chino, Chou En-Lai respondió al preguntársele que opinaba acerca de
la revolución francesa y respondió que era demasiado pronto para llegar a
conclusiones. Esa perspectiva histórica de los lideres chinos se manifiesta hoy
día en el expansionismo económico que ha mantenido durante los últimos diez años
(abiertamente), y con la bienvenida de muchos receptores de ese expansionismo
por suponer que “el modelo chino” puede ayudar al bienestar propio de su país.
No debemos dejar de recordar que China sufrió bajo el régimen
del PCC de Mao una de las peores hambrunas del mundo en los años 60 del siglo pasado.
Esto, en combinación con la purga de la revolución cultural y la caída del muro
de Berlín creó las condiciones para el cambio del modelo de uno autocrático-comunista
a uno autocrático-capitalista, esencialmente promovido por Deng Xiao Ping, el primer presidente chino que visitara a los EE.UU. Las
instituciones creadas por el PCC se mantuvieron y mantienen, pero ante la desintegración
de la Unión Soviética, y el temor a la recaída en la disfuncionalidad económica
que causó la hambruna, la apertura a occidente fue inevitable. La incorporación de China a la economía mundial
comienza con su designación como MFN condicional en los años 80, y así comienza
el despegue económico. Es su aceptación del
modelo occidental de desarrollo lo que le permite modernizarse.
Ese modelo aceptado tiene sus condicionantes. El
occidente celebra la casi infinita mano de obra barata que ofrece China y se
dedica a invertir construyendo fábricas de todo tipo. Occidente también ve con
ojos ambiciosos el potencial de un enorme mercado consumidor, fácil presa de
las baratijas brillantes que ofrece– o así pensaban muchos. Pero el liderazgo chino ve la apertura de otra
manera, utilizando espionaje industrial y simple copia, comienza a producir sus
propis clones de los productos occidentales e impone barreras formidables a la penetración
del mercado chino por las empresas occidentales. Al mismo tiempo conduce un
gran programa de capacitación técnica y administrativa, becando a decenas si no
cientos de miles de jóvenes leales a estudiar en las mejores universidades de
occidente. Todos estos factores que permiten el despegue económico chino son
irrepetibles en cualquier otro país que pretenda emularlo, comenzando por el tamaño
del mercado interno, salvo India, que no parece tener planes hegemónicos mundiales,
y también ha logrado un cierto despegue económico bajo una forma de democracia perfectible.
El engaño de la ilusión del modelo chino que vende ese país, es tentador para países
pobres y con liderazgo autocrático, puesto que ven su posibilidad de mantener el
poder, pero despegar económicamente. Eso es una ilusión; el caso de China es único,
su despegue se inicia al aceptar las ideas de desarrollo y economía occidentales,
y su autoengaño acerca del bienestar producido por la economía dirigida y la
sociedad estratificada comienza a derrumbarse. Las ciudades fantasmas,
despobladas y en desuso son apenas un signo evidente y superficial de la enorme
corrupción e ineficiencias generadas por “el modelo chino”. Los vaivenes de su
mercado de valores manipulado han destruido fortunas. La supercomputadora del
mercado libre es imposible de controlar de manera eficiente y la mano invisible
castigará esas ineficiencias. A largo plazo (y recordemos lo que el corto plazo
es para los chinos) su modelo económico no es sostenible. La planificación central,
el monopolio estatal, y el adoctrinamiento de la población a favor de un modelo
de castas determinadas por la lealtad al partido (La India tiene un problema
similar) no es sostenible.
¿Qué piensa sobre la aplicación de esas políticas
inicialmente autocráticas – en conjunto – a los países latinoamericanos y
específicamente a la Venezuela post-chavismo? ¿Sería posible, seria cultural,
ética de trabajo, caudillismo, religión?
Nuevamente, reitero, el modelo chino es malentendido,
y esa mala interpretación es generada por la misma China mediante propaganda que
hace pensar que es un modelo alterno al modelo de libre mercado y democracia. Muchas naciones, con la excepción casi explicable
(pero no es el momento) de los EE.UU., tienen su origen como nación-estado con
un régimen autocrático estableciendo el monopolio de la violencia dentro de sus
territorios. En el caso venezolano, Juan Vicente Gómez es el que unifica a
Venezuela como estado-nación. Esa es una etapa superada, pero es posible que en
un escenario post-chavista sea necesario nuevamente unificar el país mediate
ciertas tácticas generalmente indeseables, violentas y cuasi autocráticas. Existen
otros escenarios de reconciliación que no nos regresan a los tiempos de la
Lucha Armada, mucho menos a los inicios el S. XX y Gómez. Recuperar el monopolio
de la violencia puede lograrse bajo un régimen democrático, sin necesidad de tácticas
autocráticas exageradas. Podemos ver el ejemplo de Polonia o África del Sur y.
posiblemente, veremos algo que aprender en la Siria post-Assad. Ciertamente espero que haya lecciones aprendidas del fracaso de la no-reconciliación en el caso del Irak post-Saddam.
No me gusta especialmente citar o recordar a Bolívar,
por su asociación a la excesiva e hipócrita referencia que tantos hacen de él, pero
él lo tenía claro: la creación de republicas aéreas que no contemplen la realidad
cultural, la ética de trabajo, la fascinación con el caudillismo, y la relación
con la religión de los habitantes de nuestro país, está condenada al fracaso.
No hay modelo chino, o estadounidense o europeo que valga. El modelo que
debemos seguir es el modelo venezolano, y este todavía está por cuajar. Es un modelo
con sus raíces en los cuarenta años de democracia perfectible que vivimos, los años
que nos demostraron el verdadero potencial de Venezuela.
Espero que haya logrado responder de
alguna manera las inquietudes generadas por la entrevista y que amablemente me
hiciste.